28/3/09

CON UNA PEQUEÑA AYUDA DE MIS AMIGOS

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Atte.

FLM

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25/3/09

CODIFICAR Y DECODIFICAR


Stuart Hall nació en Kingston, Jamaica, y comenzó sus estudios en su ciudad natal antes de trasladarse a Bristol, Reino Unido, en 1951. Estudió en el Merton College de la Universidad de Oxford. Fundador, con otros, de las revistas de izquierda The New Reasoner and the New Left Review (1959-61). Después de escribir con Paddy Whannel el libro The Popular Arts (1964), es invitado por Richard Hoggart al la Universidad de Birmingham y se convierte en uno de los teóricos más destacados del Center for Cultural Studies, del que será su director. En 1979 se incorporó como profesor de sociología a la Open University, de la que actualmente emérito desde 1997.

Entre sus libros encontramos: The Popular Arts, con Paddy Whannel (1964), Encoding and Decoding in the Television Discourse (1973), The Hard Road to Renewal (1988), Resistance through Rituals, con Tony Jefferson (1989), The Formation of Modernity (1992), Modernity and Its Future (1992), Policing the Crisis, Culture, Media, Language, New Times, Critical Dialogues in Cultural Studies (1996), Questions of Cultural Identity, Representation and Visual Culture, con Paul du Gay, eds. (1996), Representation: Cultural Representations and Signifying Practices (1997), Modernity: An Introduction to Modern Societies, ed. (1996), Visual Cultural (1999), Different (2001).

Influenciado por el pensamiento de Antonio Gramsci y su teoría de la hegemonía, así como por las interpretaciones de Althusser sobre el papel de los medios como estructuras del poder dominante, ejerció una notable influencia académica en el discurso crítico de los estudios culturales de los años 70 del pasado siglo. Planteó un modelo de codificación-decodificación (1973), en el que rechaza el determinismo de la recepción y plantea la interpretación activa y dialéctica de las audiencias, si bien atribuye a la posición social o clase social un papel relevante en los procesos de codificación-descodificación.


Comparto con ustedes "Codificar y decodificar", texto publicado en "Culture, media and language", Hutchinson, London, 1980. La presente traducción es de Silvia Delfino.
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Tradicionalmente, la investigación en comunicación de masas ha conceptualizado el proceso de comunicación en términos de circuito de circulación. Este modelo ha sido criticado por su linealidad -Emisor/Mensaje/Receptor- por su concentración en el nivel del intercambio de mensaje y por la ausencia de una concepción estructurada de los diferentes momentos como una estructura compleja de relaciones. Pero también es posible (y útil) pensar este proceso en términos de una estructura producida y sostenida a través de la articulación de momentos relacionados pero distintivos -Producción, Circulación, Distribución/Consumo, Reproducción-. Esto llevaría a pensar el proceso como una “estructura compleja dominante”, sostenida a través de la articulación de prácticas conectadas, cada una de las cuales, retiene sin embargo, su carácter distintivo y tiene su modalidad específica propia, sus propias formas y condiciones de existencia. Esta segunda aproximación, homóloga a la que forma el esqueleto de la producción material ofrecida en los Manuscritos y El Capital de Marx, tiene además la ventaja de descubrir más agudamente cómo un circuito continuo –producción-distribución-producción- puede sostenerse a través del “pasaje de formas”. También ilumina la especificidad de las formas en que el producto del proceso “aparece” en cada momento, y de ese modo, qué distingue “producción” discursiva de otros tipos de producción en nuestra sociedad y en los sistemas de comunicación modernos. El “objeto” de estas prácticas es el significado y los mensajes en la forma de vehículos de signos de una clase específica organizados, como cualquier forma de comunicación o lenguaje, a través de las operaciones de códigos dentro de la cadena sintagmática de un discurso. Los aparatos, relaciones y prácticas de producción así concebidas, en un cierto momento (el momento de producción/circulación) en la forma de vehículos simbólicos construidos dentro de las reglas del “lenguaje”. Este proceso requiere, de este modo, en el fin de la producción, sus instrumentos materiales –sus “medios”- así como sus propios equipos de relaciones sociales (de producción)- la organización y combinación de prácticas dentro de los aparatos de los medios masivos de comunicación, pero es en la forma discursiva que la circulación del producto tiene lugar, así como su distribución a las distintas audiencias. Una vez completado, el discurso debe entonces ser traducido-transformado nuevamente en prácticas sociales si el circuito va a ser a la vez completado. Si no hay “significado” puede no haber “consumo”. Si no se articula el significado en la práctica, no tiene efecto. El valor de esta aproximación es que mientras cada uno de los momentos, en articulación, es necesario para el circuito como un todo, ningún momento puede garantizar completamente el momento siguiente con que está articulado. Desde que cada momento tiene su modalidad específica y sus condiciones de existencia cada una puede constituir su propio corte o interrupción del “pasaje de formas” de cuya continuidad depende el fluir de producción efectiva (esto es, reproducción). Así, no queriendo limitar la investigación “a seguir sólo aquellas líneas guías que emergen de los análisis de contenido”, debemos reconocer que la forma discursiva del mensaje tiente una posición privilegiada en el intercambio comunicativo (desde el punto de vista de la circulación), y que los momentos de “codificación” y “decodificación” son momentos determinados, a través de una “autonomía relativa” en relación con el proceso de comunicación como un todo. Un hecho histórico no puede, de este modo, ser transmitido “en bruto” en, por ejemplo, un noticiero televisivo. Los hechos pueden ser significados sólo dentro de las formas auditivo-visuales del discurso televisivo. En el momento en que un hecho histórico pasa bajo el signo del discurso, está sujeto a todas las “reglas” complejas formales a través de las cuales el lenguaje significa. Para decirlo en forma paradójica, el evento debe convertirse en una “historia/relato” antes de que pueda convertirse en un evento comunicativo. En ese momento las sub-reglas formales del discurso están “en función dominante”, sin, por supuesto subordinar la existencia del evento histórico así significado, las relaciones sociales en las cuales las reglas trabajan o las consecuencias sociales o políticas del evento que ha sido significado de este modo. La “forma mensaje” es la “forma de aparición” necesaria del evento en este pasaje entre la fuente y el receptor. De este modo la transposición dentro y fuera de la “forma mensaje” (el modo de intercambio simbólico) no es un momento “azaroso” que podamos olvidar o ignorar de acuerdo con nuestra conveniencia. La “forma mensaje” es un momento determinado, aunque, a otro nivel, comprende los movimientos superficiales del sistema de comunicaciones y requiere, en otro nivel, ser integrado dentro de las relaciones sociales del proceso de comunicación como un todo, del cual el sólo forma parte. Desde esta perspectiva general, podemos caracterizar el proceso de comunicación televisivo, grosso modo, como sigue. Las estructuras institucionales de broadcasting, con sus prácticas y redes de producción, sus relaciones organizadas o infraestructuras técnicas, se requieren para producir un programa. Usando la analogía de El Capital éste es el “proceso de trabajo” en el modo discursivo. La producción aquí, constituye el mensaje. En un sentido, entonces el circuito comienza aquí. Por supuesto, el proceso de producción no carece de su aspecto “discursivo”: éste también está estructurado a través de significados e ideas conocimiento en uso acerca de las rutinas de producción, desempeños técnicos históricamente definidos, ideologías profesionales, conocimiento institucional, definiciones y creencias, creencias acerca de la audiencia, etc., la estructura o marco de constitución del programa a través de su estructura de producción. Más aún, aunque las estructuras de producción de televisión originan el discurso televisivo, ellas no constituyen un sistema cerrado. Ellas reúnen temas, tratamientos, agendas, eventos, personas, imágenes de audiencia, “definiciones de situación” de otras fuentes y otras formaciones discursivas dentro de estructuras políticas y socio-culturales más amplias, de las cuales son sólo una parte diferenciada. Philip Elliot expresó esto sucintamente, dentro de un marco de trabajo más tradicional, en su discusión sobre el modo en que la audiencia es a la vez “origen” y “receptor” del mensaje televisivo. Así, tomando prestados términos de Marx –circulación y recepción son, en efecto, “momentos” del proceso de producción en televisión y son incorporados mediante un número de retroalimentaciones estructuradas e indirectas, en el proceso mismo de producción. El consumo y recepción del mensaje televisivo es también él mismo un “momento” del proceso de producción en un sentido más amplio, a pesar de ser el último en “predominante” porque es el “punto de partida de la efectivización” del mensaje. La producción y recepción del mensaje televisivo no son, por lo tanto, idénticas pero están relacionadas: son momentos diferenciados dentro de la totalidad formada por las relaciones sociales del proceso comunicativo como un todo. En cierto punto, sin embargo, las estructuras de radiofonía deben ofrecer mensajes codificados en la forma de discurso significativo. Las relaciones institucionales y sociales de producción deben pasar por las reglas discursivas del lenguaje para que su producto se haga efectivo. Esto inicia un momento diferenciado posterior, en el cual las reglas formales del discurso y de lenguaje están en función dominante. Antes de que este mensaje pueda tener un “efecto”, satisfacer una “necesidad” o ser puesto en “uso” debe primero ser apropiado en tanto discurso significativo y estar significativamente codificado. Es este conjunto de significados codificados el que “tiene un efecto”, influye, entretiene, instruye o persuade, con consecuencias de comportamiento, perceptuales, cognitivas, emocionales, ideológicas muy complejas. En un momento “determinando” el “mensaje” a través de su decodificación se emite dentro de la estructura de las prácticas sociales. Estamos completamente advertidos de que esta re-entrada en las prácticas de recepción de audiencia y “uso” no puede ser entendida en términos simples de conductismo. Los procesos típicos identificados en la investigación positivista como elementos aislados –efectos, usos, “gratificación”-, están ellos mismos encuadrados en estructuras de entendimiento, a la vez que son producidos por relaciones sociales y económicas que modelan su “efectivización” en la recepción al final de la cadena y que permitan que los contenidos significados en el discurso sean transpuestos en práctica o conciencia (para adquirir valor de uso social o efectividad política).
Ver imagen 1.
Obviamente lo que hemos etiquetado en el diagrama como “estructuras significativas 1” y “estructuras significativas 2” pueden no ser las mismas. No constituyen una “inmediata identidad”. Los códigos de codificación y decodificación pueden no ser perfectamente simétricos. Los grados de simetría –esto es, los grados de “comprensión” o “incomprensión” en el intercambio comunicativo-depende de los grados de simetría/asimetría (relaciones de equivalencia) establecidos entre las posiciones de “personificaciones”, codificador-productoy y decodificador-receptor. Pero esto a su vez depende de los grados de identidad – no identidad entre los códigos que perfecta o imperfectamente transmiten, interrumpen o sistemáticamente distorsionan lo que tiene que ser transmitido. La ausencia de ajuste entre los códigos tiene mucho que ver con las diferencias estructurales de relación y posición entre los emisores radiales y las audiencias, pero también tiene algo que ver con la asimetría entre los códigos de la “fuente” y el “receptor” en el momento de transformación dentro y fuera de la forma discursiva. Lo que se llama “distorsiones” o “malentendidos” surge precisamente por la falta de equivalencia entre dos lados del intercambio comunicativo. Una vez más, esto define la “autonomía relativa” pero “determinación” de la entrada y salida del mensaje en sus momentos discursivos. La aplicación de este paradigma rudimentario ha comenzado a transformar ya nuestra comprensión del viejo término, “contenido” televisivo. Estamos comenzando a ver cómo puede también transformar nuestra comprensión de la recepción de la audiencia, “lectura” y respuesta. Los comienzos y los finales ya han sido anunciados antes en la investigación de comunicaciones, por lo tanto debemos ser cuidadosos. Pero parece haber base para pensar que se está abriendo una faz nueva y excitante en la llamada investigación de audiencia, pero de un nuevo tipo. En cualquiera de los extremos de la cadena comunicativa el uso del paradigma semiótico promete disipar el behaviorismo que ha entorpecido la investigación en medios masivos por tanto tiempo, especialmente en esta aproximación al contenido. Aunque sepamos que el programa de televisión no es un input de conducta, ha sido casi imposible para los investigadores tradicionales conceptualizar el proceso comunicativo sin patinar en una u otra variante del behaviorismo de corto vuelo. Sabemos como Gerbner ha indicado que las representaciones de violencia en la pantalla de televisión “no son violencia sino mensajes acerca de violencia” pero hemos continuado investigando la cuestión de la violencia, por ejemplo, como si fuéramos incapaces de comprender la distinción epistemológica. El signo televisivo es complejo. Está constituido por la combinación de dos tipos de discurso, visual y auditivo. Más aún, es un signo icónico, en la terminología de Pierce, porque “posee algunas de las propiedades de la cosa representada”. Este es un punto que ha conducido a grandes confusiones y ha instalado una intensa controversia en el estudio del lenguaje visual. En la medida en que el discurso visual traspone un mundo tridimensional a planos bidimensionales, no puede, por supuesto ser el referente o concepto que significa. Un perro en una película puede ladrar pero no puede morder. La realidad existe fuera del lenguaje pero está constantemente mediada por y a través del lenguaje en relaciones y condiciones reales. Así no existe un discurso inteligible sin la operación de un código icónico y los signos son por lo tanto signos codificados también –aún si los códigos funcionan en forma muy diferente aquí en los de otros signos. No hay grado cero en el lenguaje. En el naturalismo y “realismo” la aparente fidelidad de la representación de la cosa o del concepto representado, es el resultado, el efecto de una específica articulación del lenguaje sobre lo “real”. Es el resultado de una práctica discursiva. Ciertos códigos pueden, por supuesto, estar tan ampliamente distribuidos en el lenguaje específico de una comunidad o cultura, y haber sido aprendidos a tan temprana edad, que puede parecer que no están construidos –el efecto de una articulación entre signo y referente- sino ser dados “naturalmente”. Los signos visuales simples parecen haber adquirido una “casi-universalidad” en este sentido: aunque reste evidencia de que son aparentemente códigos visuales “naturales” son específicos de una cultura. Sin embargo, esto no significa que no existan códigos que han sido profundamente “naturalizados”. La operación de códigos naturalizados revela no la transparencia y “naturalidad” del lenguaje sino la profundidad del hábito y la “casi-universalidad” de los códigos en uso. Ellos producen reconocimientos aparentemente “naturales”. Esto tiene el efecto (ideológico) de ocultar las prácticas de codificación que están presentes. Pero no debemos ser engañados por las apariencias. En realidad lo que el código naturalizado demuestra es el grado de hábito producido cuando hay un vínculo y reciprocidad –una equivalencia- entre los extremos de codificación en un intercambio de significados. El funcionamiento de los códigos en el extremo de la decodificación frecuentemente asumirá el status de percepciones naturalizadas. Esto conduce a pensar que el signo visual de “vaca” en realidad es (más que representa) el animal, vaca. Pero ni pensamos en la representación visual de una vaca en un manual y más aún en el signo lingüístico “vaca” –podemos ver que ambos, en diferentes grados son arbitrarios con respecto al concepto de animal que ellos representan. La articulación de un signo arbitrario –ya sea visual o verbal- con el concepto de un referente es el producto, no de la naturaleza sino de la convención, y la convención de los discursos requiere la intervención, el soporte, de códigos. Así Eco sostiene que los signos icónicos “lucen como los objetos en el mundo real porque reproducen las condiciones (esto es, los códigos) de percepción en el sujeto que los ve”. Estas “condiciones de percepción” son, sin embargo, el resultado de una alta codificación, (aún si son virtualmente inconscientes) de un conjunto de operaciones de decodificación. Esto es tan cierto con respecto a la imagen fotográfica o televisiva como lo es de cualquier otro signo. Los signos icónicos son, sin embargo particularmente vulnerables de ser leídos como naturales porque los códigos de percepción visual están ampliamente distribuidos y porqué este tipo de signo es menos arbitrario que el lingüístico: el signo lingüístico “vaca” no posee ninguna de las propiedades de la cosa representada, mientras que el signo visual parece poseer algunas de estas propiedades.
Esto puede ayudarnos a clarificar la confusión en la teoría lingüística y a definir con precisión algunos términos claves que se utilizan en este artículo La teoría lingüística frecuentemente emplea la distinción entre “denotación” y “connotación”. El término “denotación” se equipara con el sentido literal de un signo. “Connotación” en cambio suele ser empleado simplemente para referirse a significados menos fijados y por lo tanto más convencionalizados, asociativos, los cuales varían y dependen de la intervención de códigos. Nosotros no usamos la distinción denotación/connotación en este sentido. Desde nuestro punto de vista se trata de una distinción analítica que no debe ser confundida con distinciones en el mundo real. Hay muy pocas instancias en que los signos organizados en un discurso signifiquen sólo su sentido “literal” (es decir, un consenso casi universal). En el discurso real la mayoría de los signos combinan ambos aspectos, el denotativo y el connotativo. Se puede preguntar entonces si es útil mantener esta distinción. El valor analítico reside en que el signo parece adquirir su valor ideológico pleno –parece estar abierto a la articulación con discursos y significados ideológicos más amplios- en el nivel de los significados “asociativos” (esto es, en el nivel connotativo) –porque los significados no están fijados en una natural percepción (no están naturalizados) y su fluidez de significado y asociación puede ser más ampliamente explotada y transformada. Por lo tanto, es en el nivel connotativo del signo que las situaciones ideológicas alteran y transforman la significación. En este nivel podemos ver más claramente la intervención de las ideologías en y sobre el discurso: aquí el signo se abre a nuevos acentos, entonaciones y, en términos de Voloshinov, entra plenamente en una lucha acerca de las significaciones, la lucha de clases dentro del enunciado. Esto no significa que el significado denotativo o “literal” está fuertemente fijado porque se ha vuelto tan plenamente universal y “natural”. Los términos “denotación” y “connotación” entonces son herramientas analíticas, no para distinguir en contextos particulares, entre la presencia/ausencia de ideología en el lenguaje sino para distinguir los diferentes niveles en los cuales ideologías y discursos se interceptan. El nivel de la connotación en el signo visual, de su referencia contextual y posición en los diferentes campos discursivos de significación y asociación, es el punto donde los signos ya codificados se interceptan con los códigos semánticos profundos de una cultura y toman una dimensión ideológica adicional, más activa. Podemos tomar un ejemplo del discurso publicitario. Aquí tampoco existe lo puramente denotativo y ciertamente no hay representación “natural”. Todo signo visual en publicidad connota una cualidad, situación, valor o inferencia, que está presente como un significado de implicancia o implicación que depende de su posición connotacional. En el ejemplo de Barthes, el sweater siempre significa “abrigo cálido” (denotación) y de allí la actividad/valor de “conservar el calor”. Pero en sus niveles más connotativos también puede significar “la llegada del invierno” o “un día frío”. Y en sub-códigos de la moda especializados sweater puede significar muy diversas cosas. En este nivel claramente se contrae relaciones del signo con un universo de ideologías en la sociedad. Estos códigos son los medios por los cuales el poder y la ideología significan en los discursos particulares. Ellos remiten los signos a los “mapas de significados” en los cuales cualquier cultura está clasificada; y estos “mapas de realidad social” tienen un amplio espectro de significados sociales, prácticas, usos, poder e intereses “escritos” en ellos. Los niveles connotativos de significación como resalta Barthes, “tienen una estrecha comunicación con la cultura, el conocimiento, la historia, y es a través de ellos que el contexto, entorno del mundo invade el sistema lingüístico y semántico. Ellos son, fragmentos de ideología” (Barthes R: Elementos de semiología). El sí llamado nivel denotativo del signo televisivo está fijado por ciertos códigos muy complejos pero limitados o “cerrados”. Su nivel connotativo, aunque también está limitado, es más abierto, sujeto a transformaciones más activas, que explotan sus valores polisémicos. Cualquier signo ya constituido es potencialmente transformable en una configuración connotativa (o varias). La polisemia no debe ser confundida sin embargo con el pluralismo. Los códigos connotativos no son iguales entre ellos. Cualquier sociedad o cultura tiende, con diferentes grados de clausura, a imponer sus clasificaciones del mundo político, social y cultural. Estas constituyen el ORDEN CULTURAL DOMINANTE aunque nunca sea unívoco o no contestado. La cuestión de la “estructura de discursos dominantes” es un punto crucial. Las diferentes áreas de la vida social están diseñadas a través de dominios discursivos jerárquicamente organizados en significados dominantes o preferentes. Los eventos nuevos, problemáticos o conflictivos que quiebran nuestras expectativas o nuestras construcciones de sentido común, deben ser asignados a sus dominios discursivos antes de que puedan “tener sentido”. El modo más común de ubicar en el “mapa” estos hechos es asignar lo nuevo a algún dominio de los existentes en el “mapa de la realidad social problemática”. Decimos “dominantes” y no “determinantes” porque siempre es posible ordenar, clasificar y decodificar un evento dentro de más de uno de los dominios. Pero decimos “dominante” porque existe un patrón de “lecturas preferentes” y ambos llevan el orden institucional/político e ideológico impreso en ellos y se han vuelto ellos mismos institucionalizados. Los dominios de los significados “preferentes” están embebidos y contienen el sistema social como un conjunto de significados, prácticas y creencias: el conocimiento cotidiano de las estructuras sociales, de “cómo funcionan las cosas para todos los propósitos prácticos en esta cultura”, el rango de poder e interés y la estructura de limitaciones y sanciones. Entonces para clarificar un “malentendido” en el nivel connotativo, debemos hacer referencia, a través de los códigos, a los órdenes de la vida social, del poder económico y político. Más aún, en tanto estos campos están estructurados en “dominantes” pero no cerrados, el proceso comunicativo, consiste no en una asignación aproblemática de cada ítem visual a su posición dada dentro de un conjunto de códigos pre-asignados, sino que consiste en reglas performativas –reglas de competencia y uso, de lógicas –en uso- que buscan activamente reforzar o proferir algún dominio semántico sobre otro del mismo modo que ítems o normas dentro y fuera de sus conjuntos apropiados de significaciones. La semiología formal ha descuidado a menudo esta práctica de trabajo interpretativo aunque constituya de hecho, las relaciones reales de transmisión de prácticas en televisión. Al hablar de significaciones dominantes, entonces, no estamos hablando de un lado del proceso que gobierna cómo los hechos serán significados. Consiste en el “trabajo” necesario para reforzar, ganar plausibilidad y dirigir como legítima la decodificación de un evento dentro del límite de definiciones dominantes en las cuales ha sido connotativamente significado. Terni ha resaltado: “con la palabra lectura no queremos decir sólo la capacidad de identificar y descodificar un cierto número de signos, sino también la capacidad subjetiva de ponerlos en una relación creativa entre ellos y otros signos: una capacidad que es, por sí misma, la condición para una conciencia completa del entorno total de cada uno” (“Entendiendo la Televisión”). Nuestra discusión aquí es con la noción de “capacidad subjetiva”, como si el referente de un discurso televisivo fuera un hecho objetivo pero el nivel interpretativo fuera un asunto individualizado y privado. El caso parece ser el opuesto. La práctica televisiva toma la responsabilidad “objetiva” (esto es, sistemática) precisamente por las relaciones que vinculan los signos con otros en cualquier instancia discursiva, y así, continuamente reacomoda, delimita y prescribe dentro de qué “conciencia del entorno total de uno” se incluyen estos ítems. Esto nos lleva al problema de los “malentendidos”. Los productores de televisión que encuentran que sus mensajes “fracasan en ser comunicados” están frecuentemente preocupados por ordenarnos, alisar los pliegues en la cadena de comunicación. La mayoría de las investigaciones que reclaman la objetividad de un “análisis de planificación” reproduce el objetivo administrativo tratando de descubrir en qué medida la audiencia reconoce un mensaje y de incrementar el grado de comprensión. Sin duda existen malentendidos de tipo literal. Si un televidente no conoce los términos empleados, no puede seguir la lógica compleja del argumento o la exposición, por no estar familiarizado con el lenguaje. Pero es más frecuente que los productores se preocupen porque la audiencia no ha entendido el significado como ellos intentan transmitirlo. Lo que quieren decir es que los televidentes no están operando dentro del código “dominante”. Su ideal es el de una “comunicación perfectamente transparente”. En cambio, con lo que tienen que confrontarse es con una “comunicación simultáneamente distorsionada”. En los últimos años las discrepancias de este tipo han sido explicadas habitualmente refiriéndose a la “selección perceptiva”. Esta es la puerta a través de la cual el pluralismo residual evade las compulsiones de un proceso altamente estructurado, asimétrico y no equivalente. Por supuesto, habrá siempre lecturas privadas, individuales y variables. Pero “percepción selectiva” no es prácticamente nunca tan selectiva, casual o privada como el término parece sugerir. Los patrones, normas, exhiben a través de las variantes personales, confluencias. Y una nueva aproximación a los estudios de audiencia deberían comenzar con una crítica de la teoría de la “percepción selectiva”. Se argumentó antes que no existe correspondencia necesaria entre codificación y decodificación, la primera puede intentar dirigir pero no puede garantizar o prescribir la última que tiene sus propias condiciones de existencia. A no ser que sea dislocada, la codificación tendrá el efecto de construir alguno de los límites y parámetros dentro de los cuales operará la decodificación. Si no hubiera límites la audiencia podría simplemente leer lo que se le ocurriera en un mensaje. Sin duda existen algunos “malentendidos totales” de este tipo. Pero el espectro vasto debe contener algún grado de reciprocidad entre los momentos de codificación y decodificación, pues de lo contrario no podríamos establecer en absoluto un intercambio comunicativo efectivo. De cualquier forma esta “correspondencia” no está dada sino construida. No es “natural” sino producto de una articulación entre dos momentos distintivos. Y el primero no puede garantizar ni determinar, en un sentido simple, qué códigos de decodificación serán empleados. De lo contrario el circuito de la comunicación sería uno perfectamente equivalente, y cada mensaje sería una instancia de una “comunicación perfectamente transparente”.

21/3/09

DÍA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

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Se acerca el 24 de marzo, fecha que recuerda el comienzo de la última dictadura militar: el terrorismo de Estado ocupaba los sillones y comenzaba el mayor genocidio de la historia nacional. Para trabajar en las aulas sobre esta fecha el canal Encuentro presenta, en su sección Descargas, los capítulos referidos al tema de "Historia de un país. Argentina S. XX".

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Recientemente Encuentro ha inaugurado una sección en su portal llamada: Descargas Encuentro. Se trata de una nueva forma de ver los programas y las series del canal a través de una computadora que posea conexión de banda ancha a Internet. Esta herramienta permite seleccionar los programas desde una lista de títulos disponibles, visualizarlos en línea, descargarlos a la computadora para verlos sin conexión o copiarlos a un DVD y llevarlos al aula.

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En esta oportunidad, en vísperas del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia y a pedido de los docentes que buscan y desean materiales para trabajar el tema, Encuentro ofrece en la sección de Descargas, los programas de Historia de un país. Argentina S. XX, relacionados con este tema.
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Los capítulos de la serie recomendados para trabajar son:
• La dictadura I: Economía y Represión.
• La dictadura II: Del golpe a Malvinas.
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Esta reciente posibilidad de ver los programas de Encuentro por la computadora o bajarlos para llevarlos al aula responde a satisfacer los pedidos sobre los materiales emitidos por la pantalla y a la apropiación y uso de las tecnologías de la comunicación convergentes que permiten utilizar tanto la televisión como Internet para disfrutar de un programa o utilizarlo con fines didácticos.
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Además, está disponible el Especial Memoria e Identidad con ideas para el aula y recursos multimediales. Este material busca analizar la cuestión de la identidad, en tanto atraviesa nuestro pasado y se proyecta hasta la actualidad.
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Más material en la web:
24 de marzo. Del horror a la esperanza: Sitio web de la Secretaría de Medios de la Nación, con acceso a una gran colección de videos, audios, fotos, y recortes de diarios.
Comisión Provincial por la Memoria. Materiales de trabajo: Materiales multimediales y dossiers sobre memoria y derechos humanos realizados por la Comisión Provincial por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires.
Jóvenes y memoria: Sitio Web del "Programa jóvenes y memoria. Recordamos para el futuro" perteneciente a la Comisión Provincial por la Memoria.

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Por último: "Memorias y desmemorias", en la voz del poeta Eduardo Galeano.
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El Canal Encuentro se transmite por el canal 6 de Cablevisión, canal 6 de Multicanal, canal 7 de Telecentro, canal 741 de DIRECTV y por todos los cableoperadores de la Argentina.

16/3/09

NUEVA LEY DE RADIODIFUSION EN ARGENTINA

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La actual norma regulatoria de la radiodifusión en la Argentina, la Ley 22.285, sancionada en 1980 por un gobierno de facto e inspirada en la doctrina de seguridad nacional promovida por los EEUU en las décadas del 60 y del 70, parece que por fin tiene fecha de defunción. A horas de la presentación del proyecto oficial de Ley de Radiodifusión que la presidenta Cristina Fernández realizará en el Teatro Argentino de la ciudad de La Plata me parece interesante contrastar los lineamientos consensuados por la Coalición por una Radiodifusión Democrática, conocidos popularmente como los 21 puntos y base teórica del proyecto del gobierno nacional, y los aportes de uno de los documentos sobre comunicación más influyentes de las últimas décadas: el Informe MacBride (ver informe completo aquí).
Pasaron más de 25 años de la publicación del informe que bajo la firma de Sean MacBride promovió una serie de acciones para garantizar un acceso democrático de los ciudadanos a las fuentes de información y de los estados subdesarrollados a las tecnologías informáticas, insipientes en ese contexto.
Otros ítems importantes eran promover políticas de comunicación que garantizaran la información como derecho social y revertir la concentración del flujo informativo en manos de los países desarrollados.
Luego de tanto tiempo parece que en nuestro país por fin las recomendaciones se transformaran en políticas activas.
Como dice el tango... veinte años no son nada.
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A continuación comparto con ustedes el artículo de José Marques de Melo publicado en el nº 33 (marzo-mayo de 1993) de la revista TELOS.
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"Comunicación y poder en américa latina. Las ideas de MacBride en el ocaso de la guerra fría."
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A diez años de su publicación, los objetivos del Informe MacBride siguen vigentes. Pero la experiencia de América Latina debe conducir a una profunda revisión de su búsqueda y aplicación.
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1. MACBRIDE Y LA GUERRA FRIA
.Diez años después de su publicación, el Informe MacBride permanece actual. Sus tesis continúan siendo válidas. Sus metas persisten vigorosas. Sus utopías aguardan terreno fértil para florecer. Entonces, ¿por qué las barreras y los obstáculos encontrados? ¿Por qué la UNESCO se vio en la incertidumbre de postergar su viabilización?
En realidad, las ideas contenidas en el documento producido bajo el liderazgo de Sean MacBride nunca fueron combatidas en esencia. Sólo fueron rechazadas por la apariencia, provocando un huracán que casi desestabilizó a la UNESCO.
La coyuntura política les fue desfavorable. En los estertores de la guerra fría, las grandes potencias occidentales dictaron su sentencia de muerte. Y presidieron, en estilo pomposo, su precoz funeral.
Vale la pena rescatar el sentido original del proyecto para reevaluarlo en esta fase de transición del contexto internacional.
La esencia de las propuestas de la comisión MacBride se encuentra consolidada en la Resolución de Belgrado, aprobada por la 32a. Sesión de la Conferencia General de la UNESCO, en octubre de 1980 (1). Contiene once principios, en los cuales debería fundamentarse el NOMIC - Nuevo Orden Mundial de la Comunicación y de la Información:
1) Eliminación de los desequilibrios y desigualdades que caracterizan la situación vigente.
2) Eliminación de los efectos negativos de determinados monopolios, públicos o privados, y de las excesivas concentraciones.
3) Remover de los obstáculos internos y externos para un libre flujo y más amplia y equilibrada diseminación de informaciones e ideas.
4) Pluralidad de fuentes y canales de información.
5) Libertad de prensa y de información.
6) Libertad para los periodistas y todos los profesionales, en los medios de comunicación, una libertad inseparable de la responsabilidad.
7) Preparación de los países en desarrollo para lograr mejoras en sus propias situaciones, sobre todo en lo que respecta a la adquisición de equipamiento propio, capacitación del personal, recuperación de infraestructura, además de tornar sus medios de información y de comunicación sintonizados con sus propias necesidades y aspiraciones.
8) Compromiso sincero de los países desarrollados para ayudarlos a alcanzar dichos objetivos.
9) Respeto a la identidad cultural de cada pueblo y al derecho de cada nación para informar el público internacional sobre sus intereses, aspiraciones y respectivos valores sociales y culturales.
10) Respeto al derecho de todos los pueblos para participar del intercambio internacional de información, basándose en la igualdad, justicia y beneficio mutuo.
11) Respeto al derecho de la colectividad, así como de los grupos étnicos y sociales, para tener acceso a las fuentes de información y participar activamente en los flujos de comunicación.
MacBride tenía conciencia de que el NOMIC no se agotaba en un conjunto de preceptos mágicos, correspondiendo efectivamente a un proceso histórico. "Los aspectos de ese proceso se modificarán constantemente, mientras que los objetivos continuarán siendo los mismos: mayor justicia, mayor equidad, mayor reciprocidad en el intercambio de información, menor dependencia en relación a las corrientes de comunicación, menor difusión del mensaje en sentido descendente, mayor auto-suficiencia e identidad cultural y mayor número de ventajas para toda la humanidad".
Por eso, él recomienda prudencia, paciencia y persistencia: "Se tendrá que caminar paso a paso, llenarse de paciencia y recorrer un largo itinerario antes de poder crear nuevas estructuras, aplicar nuevos métodos y generar una nueva mentalidad" (2).
Una falsa imagen internacional
La imagen construida en nuestro continente en relación al Informe MacBride y al NOMIC se aleja completamente de sus intenciones y de sus propósitos. De ahí la oposición manifestada por los grandes medios y el silencio con que fue recibida por los gobiernos o la indiferencia que suscitó en los intelectuales. Su enjuiciamiento y condenación ocurrieron a partir del "mito MacBride", diseminado masivamente por la "retórica" del Gobierno de los USA. Se trata de una "retórica" elaborada para resistir a los "excesos retóricos" de la UNESCO, como bien los define William Harley, portavoz del Departamento de Estado norteamericano para asuntos de comunicación (3).
Harley explica que la retirada de los Estados Unidos de la UNESCO no se debió exclusivamente al NOMIC, pero éste tuvo un peso decisivo. Su análisis apunta dos motivaciones políticas: a) La supremacía cuantitativa de las naciones del Tercer Mundo, después de la descolonización de África y de Asia, en los años 70, convirtiendo la UNESCO en un organismo dominado por los intereses de los países no alineados; b) La habilidad de la Unión Soviética para seducir a esa mayoría de jóvenes naciones, conquistándolas en las conferencias generales de la UNESCO para la aceptación de principios estatizantes en el campo de la comunicación y de la cultura, rechazando las reglas del libre mercado.
Es cierto que Harley reconoce la postura imparcial de la UNESCO en sus documentos y declaraciones oficiales, basándose siempre en el pluralismo que caracteriza los organismos intergubernamentales encabezados por la ONU. Pero insiste en la tesis de que la UNESCO, no obstante el discurso público orientado por el consenso, alimentaba una actitud beligerante en el seno de su burocracia, reclutando asesores "tercer-mundistas" comprometidos con ideas anti-occidentales -"colonización informativa, imperialismo cultural, desequilibrio noticioso y de flujo informativo entre Norte y Sur, además de la supuesta manipulación o de la cobertura desfavorable sobre el Tercer Mundo en los Media occidentales"-.
El rompimiento con la UNESCO fue la estrategia encontrada por los Estados Unidos, contando con el refuerzo de Japón y de Inglaterra, para hacer inviable el avance de aquellas tesis "tercer-mundistas" que habían sido expurgadas del Informe MacBride. Según William Harley, la UNESCO se valió del PIDC -Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación- con la finalidad de patrocinar "estudios y reuniones potencialmente capaces de comenzar futuras acciones que pueden conducir al control de la prensa o a modelos represivos".
Una nueva estrategia de comunicación
La retirada de las grandes potencias capitalistas significó un rudo golpe para la implementación del NOMIC, pues la UNESCO se vio desprovista del monto financiero necesario para viabilizar algunas de las metas proyectadas para los años 80. La reciente elección del español Federico Mayor para el cargo de director-general de la UNESCO y la formulación de una "nueva estrategia en materia de comunicación" (4) se sitúan entre las tentativas de apaciguar los ánimos y lograr el retorno de los países alejados voluntariamente de aquella organización internacional.
La nueva estrategia de la UNESCO va a surgir también en un momento histórico marcado por el fin de la guerra fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética dialogan para superar la confrontación que acarreaba la división del mundo en dos áreas de influencia geo-política. La perestroika de Gorbachev y la auto-crítica realizada por los líderes soviéticos sobre las equivocaciones cometidas por el "triunfalismo comunista" afectan sensiblemente el ánimo de los defensores del NOMIC en los países del Tercer Mundo. La caída del Muro de Berlín y la derrota electoral de los Sandinistas influyen en las actitudes de los investigadores y de los comunicadores progresistas, llevándolos a revisar tácticas políticas.
Reflejo de ello es la aceptación por consensos de la "nueva estrategia de comunicación" aprobada por la 25a. Conferencia General de la UNESCO. Aún permaneciendo fiel a los ideales del Informe MacBride, existe un claro retroceso retórico, implícito en las palabras de Federico Mayor: "Esta evolución es sumamente importante para la Organización, que podrá salir de las ásperas controversias de los últimos años. Al adoptar esa nueva estrategia de comunicación, los Estados Miembros optaron claramente por inscribir a la UNESCO en la vía de la libertad y de la solidaridad". (...) "La situación evoluciona de tal modo que los progresos de la libre circulación incluyen no sólo las relaciones norte-sur y este-oeste sino también las relaciones oeste-oeste". Basándose en la unanimidad existente sobre la reducción de las desigualdades comunicacionales entre los países y los desequilibrios en los intercambios internacionales y nacionales de información, el nuevo Director-General de la UNESCO formula una postura concreta: -"Ayudar a los países en desarrollo a reforzar sus capacidades de comunicación, desarrollando infra-estructuras, formando personal capacitado y utilizando tecnologías apropiadas" (5).
Las actitudes de los investigadores de la comunicación ante el nuevo discurso de la UNESCO oscilan entre el pesimismo y el realismo. Herbert Schiller, por ejemplo, se muestra inconforme: "El movimiento por un nuevo orden internacional de información está actualmente en eclipse" (6). Collen Roach advierte que la "UNESCO puede ser usada para promover ventas de tecnología" (7). Rafael Roncagliolo pragmáticamente reconoce: "Es obvio que en nuestros días las circunstancias son muy distintas. El contexto internacional, que venía modificándose desde el clímax de la crisis económica y de la deuda, desembocó, en el último año, y en particular debido a la situación europea, en una saludable distensión, que, lamentablemente acarrea una mayor marginalización del Tercer Mundo (...). Pero, al mismo tiempo, la expansión de la revolución tecnológica a escala mundial baratea los equipamientos de comunicación. Hoy es técnicamente posible multiplicar los canales de transmisión y recepción (...) ¿Por qué no utilizar las nuevas tecnologías para democratizar las comunicaciones, incrementando el número y la pluralidad de aquellos que producen y transmiten mensajes?" (8) En la misma línea de razonamiento se sitúa Kaarle Nordestreng: "La única diferencia notable en relación a los antiguos programas de la UNESCO es un énfasis retórico en la libertad, independencia y pluralismo de los medios de comunicación". (...) "El cambio no es crucial". (...) "Es una ilusión concluir cínicamente que ahora todo está perdido. La UNESCO fue y sigue siendo una ensalada-mixta un fórum abierto a varias fuerzas políticas que se fortalecen mutuamente"(9).
El nuevo plan de la UNESCO para el quinquenio 1990-1995 contiene cuatro metas bien definidas:
1) Inversiones en infraestructura, ampliando y modernizando las redes de comunicaciones de los países en desarrollo
2) Capacitación de recursos humanos, priorizando la producción educativa, la selección de tecnologías apropiadas y la investigación aplicada.
3) Realización de estudios sobre el impacto socio-cultural de los medios de comunicación de masas y de las nuevas tecnologías en la identidad cultural de los pueblos.
4) Desarrollo de programas destinados a educar a los usuarios de los medios de comunicación, preparándolos para escoger críticamente los mensajes disponibles, para reaccionar a las posibles manipulaciones y para defender sus derechos como ciudadanos (10).
2. MACBRIDE Y EL ESPÍRITU DE BUENA VOLUNTAD
Si bien es cierto que las tesis del NOMIC, mencionadas en el Informe MacBride, continúan siendo válidas y merecen un rescate eficaz en América Latina, también es correcto afirmar que cualquier acción en ese sentido requiere una auto-crítica profunda de la comunidad académica y profesional que la viene respaldando con un sentimiento de naturaleza socialista.
Urge repensar nuestra conducta intelectual a partir de las alteraciones radicales que se procesan en el escenario político actual. La reconquista de la democracia nos ofrece un espacio favorable para revisar nuestros métodos de actuación y nuestros propósitos para la construcción de un mundo nuevo, marcado por la justicia, la solidaridad y el pluralismo.
El paso decisivo es la sustitución del radicalismo retórico, imbuido de una cierta dosis de prisa transformadora, por un lenguaje pacífico, capaz de aprehender contradicciones pero también de respetar las divergencias. En ese sentido, vale la pena anotar dos lecciones que emergen de la lucha de Gorvachev para reestructurar el socialismo en la URSS:
"Nosotros no renunciamos al socialismo, sino a todo lo que le es ajeno. Al mismo tiempo nos libramos también de las ilusiones inspiradas por la impaciencia revolucionaria, del afán de instigar y acelerar la marcha de la Historia. Necesitamos meditar a fondo sobre las deducciones conceptuales y filosóficas que de allí provienen. Una cosa, sin embargo, está clara (y eso está confirmado por nuestra experiencia): el socialismo no puede ser implantado por la violencia. El socialismo forzado es funesto para el ideal socialista, es una profanación".
"Ciertamente, crear el socialismo con el consentimiento y el respeto a los derechos e intereses de todos los grupos sociales es más complicado que obligar a las personas a llevar por la fuerza un modo de vida semejante al de un cuartel. El paso de las actitudes compulsivo-administrativas a las democracias es extraordinariamente complejo y doloroso. (...) Pero no existe otro camino. Es preciso crear premisas políticas para esclarecer las contradicciones, resolver los problemas mediante el diálogo, buscar el consenso, conciliar los intereses apoyándose en la legalidad democrática y en el orden jurídico. Nos alienta la certeza de que este camino no conduce a la disgregación de la sociedad, sino a la creación de otra nueva, aunque sea a través de la crisis, al saneamiento de la vida. Es el camino del progreso real" (11).
Pero no se muda la retórica, sin que haya un cambio de postura académica. Y necesariamente ese cambio de actitud presupone la distinción entre el trabajo de investigación y la militancia política. Lo que no significa defender un comportamiento ideológicamente neutro como científico. Eso implica, sí, una conducta de honestidad intelectual, observando la realidad con el rigor que exige la producción científica, eliminando las desviaciones analíticas. Estas, generalmente, camuflan las "convicciones" deseadas pero no siempre son confirmadas por el uso de metodologías legitimadas por la comunidad académica internacional.
Es necesario ver con atención, en el caso latinoamericano, las experiencias de investigación-denuncia, investigación-acción, investigación-participación, entendiéndolas como alternativas marcadas por la coyuntura de resistencia al autoritarismo de las décadas de los años 70 y 80, pero que se desgastaron por las distorsiones metodológicas emprendidas por investigadores ingenuamente convertidos en misioneros de causas nobles, tornándose cómplices de una desvalorización de la actividad científica. Por eso mismo, perdieron la credibilidad y dejaron de contribuir como científicos a la construcción de un nuevo orden de la comunicación.
Revisiones necesarias
También es necesario reconsiderar algunas de las estrategias que sirvieron de base al movimiento latinoamericano de sustentación del NOMIC:
1) En el campo de las políticas de comunicación predominó una visión estatizante, en detrimento de la postura dirigida al fortalecimiento de la sociedad civil. Esa tendencia se fundamenta, por un lado, en las experiencias de radiodifusión pública de Europa Occidental, en oposición al modelo privatista desarrollado en los Estados Unidos.
Por otro lado, se alimentaba de la apariencia democratizante pregonada por los gobiernos del Este Europeo, que insinuaban el mantenimiento de sistemas de comunicación ejercidos con la participación de las masas trabajadoras, pero en realidad controlados por el partido único y censurados por la burocracia estatal. La propia Historia se encargó de demostrar que las iniciativas de apropiación de los Medios por los gobiernos nacionalistas o populistas del continente redundaron en proyectos manipuladores de la opinión pública, al servicio de los ocupantes del poder. Más fructíferas fueron las experiencias de comunicación alternativa y popular ejecutadas por grupos comunitarios, por los sindicatos, iglesias y movimientos populares, que contribuyeron significativamente a la derrota de los regímenes militares.
2) Esa desviación estatizante funcionó también como bloqueo para la comprensión de las contradicciones que marcan la fisonomía de los medios de comunicación mantenidos por la iniciativa privada. Impidió también el reconocimiento del nuevo orden de comunicación que se construía en algunas de esas redes masivas, a través del incremento de la producción endógena, en sustitución a la producción importada. Naturalmente ese proceso fue regulado por las leyes de la oferta y la demanda, tornándose hegemónicos aquellos productos que encontraron sintonía con las expectativas de los segmentos intelectualizados de la población.
3) El rechazo a lo masivo, que fructificó en diversos núcleos intelectuales seducidos por unas ideas frankfurtianas asimiladas acríticamente, provocó una sobrevaloración de lo popular comprometido. Gracias al flujo financiero desencadenado por los nuevos mecenas eclesiásticos, sindicales y partidistas de Europa Occidental, proliferaron en la región experiencias abundantes de comunicación comunitaria, ejercidas por intelectuales orgánicos.
Muchas de las iniciativas fracasaron cuando los patrocinadores europeos suspendieron las remesas en monedas fuertes o cuando los propios intelectuales enfrentaron resistencias de las poblaciones beneficiadas, que rechazaban tutelas externas. Las experiencias victoriosas, y que continúan subsistiendo con fuerza, son las que nacieron dentro de los propios movimientos sociales y que recurrieron a formas de auto-gestión de producción y emisión.
Necesario es reconocer que el aura de la comunicación dialógica, atribuida a tantos medios alternativos de comunicación de América Latina y que impresionaron mucho a sus subvencionadores del otro lado del Atlántico, no está siendo confirmada por la observación empírica de algunos investigadores competentes y fiables. El supuesto diálogo encubre manipulaciones hábilmente conducidas por los adeptos del centralismo democrático o de la creencia evangélica. Bajo el ropaje de un nuevo orden comunicacional permanece el viejo orden informativo, en escala menor, pero poco diferente de los artificios populistas vigentes a mediados de este siglo.
4) Esa tensión entre lo popular y lo masivo contaminó los programas universitarios de formación de los comunicadores. Muchas escuelas y facultades de comunicación sucumbieron a la apelación de lo alternativo y priorizaron esa tendencia en las respectivas estructuras curriculares. Esto fue agravado por la desviación estatizante de las políticas de comunicación, defendidas por los sectores progresistas, lo que contribuyó a crear un abismo entre las universidades y la industria cultural. Se estableció, por tanto, un antagonismo entre las premisas del Informe MacBride y las funciones desempeñadas por las escuelas de comunicación, que dejaron de formar profesionales competentes, enfatizando la preparación para las tareas de investigación o para el manejo de los medios alternativos.
En los países en que existía una reserva de mercado para las profesiones de comunicación social ese desfase entre escuela-empresa se tornó conflictiva, generando campañas de descrédito de las escuelas de comunicación. No preparadas para absorber las innovaciones tecnológicas peculiares a la sociedad informatizada, las escuelas de comunicación están siendo cuestionadas por el sector empresarial y en muchos casos por las propias asociaciones profesionales.
Es sintomático que las ideas originales del NOMIC, consolidadas en el Informe MacBride no hayan penetrado los curriculum de dos tercios de las instituciones universitarias del sector conforme observó Hamid Mowlana en estudio sobre el tema (12).5) Se deduce ciertamente de esa ausencia de estudios y debates sobre el Informe MacBride, en las escuelas latinoamericanas de comunicación, la frágil sustentación que las tesis del NOMIC merecieron en los Medios de la región, durante los años 80. La prevalencia de los puntos de vista de la SIP -Sociedad Iberoamericana de Prensa- y de la AIR -Asociación Interamericana de Radiodifusión- no puede ser entendida exclusivamente por la hegemonía editorial de que disponen los propietarios de periódicos.
Ha sido tradición latinoamericana la preservación de espacios periodísticos para la emisión de opiniones de los profesionales asalariados, aunque sean discordantes de las ideas defendidas por sus patrones. En el caso del NOMIC fue muy escasa la defensa de los postulados del Informe MacBride, lo que impidió que la opinión pública tomara conocimiento de las motivaciones de la UNESCO.
Es verdad que muchos periodistas alineados a la izquierda, y por tanto muy próximos a la corriente internacional defensora del informe MacBride, ofrecieron resistencia a dar respaldo a las tesis del NOMIC por su retórica estatizante. Esos profesionales temían fortalecer a los gobiernos autoritarios que dominaban varios países de la región, debilitando la resistencia de la sociedad civil, inclusive de facciones empresariales que les ofrecían oposición cerrada (13).
6) Sin lograr una difusión amplia en la prensa, las tesis del NOMIC no galvanizaron las corrientes vivas de la sociedad latinoamericana. Les faltó respaldo sindical, partidario e inclusive académico. No comparto el triunfalismo de Antonio Pasquali al proclamar que "América Latina es una de las regiones donde las tesis del NOMIC recibieron apoyo significativo, tanto del sector público como del privado, de los profesionales de la comunicación, de las comunidades científica y religiosa y de los investigadores" (14).
En realidad, el debate sobre el NOMIC se quedó restringido a los gabinetes ministeriales y a los círculos intelectuales que gravitan en el escenario internacional, sin movilizar a los auténticos líderes de la sociedad civil. Solamente la Iglesia Católica inició un trabajo en esa dirección, acompañada minoritariamente por sectores evangélicos, pero sin penetrar en sus bases eclesiales (15). Ese trabajo necesariamente tendrá que ser realizado, comenzando por los líderes partidarios de todos los matices, sin dejar de comprometer también a los sectores empresariales, cuyos negocios en el ámbito de la industria cultural pueden ser beneficiados por el intercambio sur-sur que se esboza en los proyectos de integración latinoamericana.
7) Las perspectivas de ampliación del mercado de bienes simbólicos en el continente, a partir de las experiencias de éxito de empresas como Globo y Televisa en el mercado internacional, constituyen evidencia actual de las tesis del Informe MacBride. De la misma manera que esas dos corporaciones, además de otras de menor alcance, consiguieron ocupar espacios en el mercado mundial, fortaleciendo un embrionario flujo de exportación sur-norte a través de las telenovelas y otros géneros televisuales, es posible expandir la circulación de mercancías culturales latinoamericanas, dentro de la propia región. La iniciativa de los ministros de cultura del continente, en el encuentro de Río de Janeiro, en 1989, debe merecer todo el respaldo gubernamental y empresarial (16).
8) Finalmente, cabe repensar el propio alcance del NOMIC, o sea, la idea de que un nuevo orden mundial de la información puede generar un nuevo orden económico mundial. Fue ésta la motivación de los dirigentes de los países no-alineados al lanzar la propuesta del NOMIC, en 1973, convencidos de que una relación más equilibrada Norte-Sur pasaba por la alteración de las pautas de los grandes medios de comunicación, poco sensibles a los problemas y angustias de los países en desarrollo (17). Se trata, a mi parecer, de una falsa pregunta, basada en la creencia de la omnipotencia de los mass media. No basta el voluntarismo de la industria cultural para producir alteraciones en las sociedades. Los medios ejercen influencia, pero no determinan rupturas históricas.
Estas ocurren como producto de las contradicciones socio-económicas, que asumen dimensiones políticas incontrolables en coyunturas especiales. En esos momentos, el papel de los medios es decisivo, como resultó evidente en los episodios que marcaron la caída del "socialismo real" en Europa del Este. Sobre todo, hoy, "en la sociedad de comunicaciones globales, de los mass media, de los viajes y de la economía transnacional", a que se refiere Hobsbawn (18).
Pero es preciso relativizar el papel de los medios de comunicación, como mediadores sociales y como catalizadores de situaciones políticas pre-existentes. Nunca como agentes revolucionarios, capaces de producir transformaciones independientes de las fuerzas vivas en confrontación en una sociedad.
El fracaso relativo del NOMIC puede ser explicado también por la falta de apoyo en las aspiraciones de las colectividades que pretendían beneficiar ¿Una idea lanzada antes de tiempo? Vale la pena profundizar la reflexión sobre ese aspecto del problema, principalmente ahora, cuando la deseada superación de la guerra fría y la emergencia de un clima propicio a la construcción de un mundo nuevo, suscita la inevitabilidad de un nuevo orden económico como requisito para la preservación de la paz entre las naciones (19).
Las nuevas formas de cooperación entre los países ricos y los países pobres no pueden resumirse en la ecuación de los problemas de la infra-estructura económica, ya que presupone también el reequilibrio en los intercambios culturales e informativos. Este es un momento propicio para que las tesis del NOMIC sean retomadas, reevaluadas en función de las alteraciones del cuadro mundial e implementadas en el meollo del realineamiento político y económico en proceso.
MacBride confesó la falta de consenso, en la comisión de la UNESCO por él presidida, para dar sentido a la expresión Nuevo Orden. "A pesar de esas divergencias, no hubo un solo miembro de la Comisión que no estuviese convencido de la necesidad de efectuar reformas de estructura en el sector de la comunicación y de que el orden actual es inaceptable".
Pero él se empeñó en lograr el consenso para la aprobación del Informe final, publicado por la UNESCO bajo el título Un solo mundo, voces múltiples, ofreciéndolo como paradigma para la construcción del NOMIC. ¿Cuál fue la fórmula utilizada por el político irlandés para obtener el consenso? Sean MacBride dijo que fue muy simple: ¡recurrió al espíritu de buena voluntad! Y conluyó, vaticinando: "si los futuros diálogos fueran regidos por ese mismo espíritu de buena voluntad, será posible construir un nuevo orden en beneficio de la humanidad" (20).
El momento histórico se configura propicio para dar vida a las ideas forjadas por el espíritu conciliador de MacBride. La Carta de París, recién aprobada por la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, ofrece indicios alentadores (21).
Particularmente en el caso latinoamericano, se torna indispensable que los hombres y mujeres de buena voluntad mediten seriamente sobre la exhortación de Alain Touraine en el final de su libro Palabra y Sangre:
"No habiendo cedido, en ningún instante, a al ilusión de una visión ética de la historia latinoamericana, no habiendo jamás mostrado al pueblo, a las masas, a los campesinos pobres o al proletariado industrial avanzando victoriosamente para la toma del poder, y, habiendo destacado varias veces la extraña fragilidad de los movimientos y de los partidos revolucionarios, así como la dependencia de los actores sociales con respecto a las intervenciones del Estado, yo me siento libre para recordar que la heteronomía de los actores sociales no significa su ausencia y no nos autoriza a aumentar, entre demandas sociales y ofertas políticas, la separación introducida por los que ven la política como un mercado donde el poder desempeña el papel del dinero”.
El actor social 'consciente y organizado' casi no existe en América Latina. Sin embargo, el actor social amalgamado con fuerzas políticas y protestas morales está presente en toda ella. Neoliberales que sólo hablan de instituciones y radicales que hablan apenas de imperialismo participan de la misma persecución de los actores sociales que, desde hace treinta años, es el gran pasatiempo de las ciencias sociales. Y, sin embargo, estos actores están allí, a veces unidos en la defensa comunitaria y en la expresión religiosa, a veces manipulados por los aparatos o líderes políticos, pero presentes lo bastante como para que no se puedan separar los mecanismos políticos de los problemas, de las reivindicaciones y de los movimientos sociales. Los que oponen los movimientos sociales a la democracia son ciegos y preparan la destrucción de los primeros por un poder autoritario.
Pero los que hablan solamente de instituciones y de reglas del juego construyen sobre arena. Evidentemente el futuro de América Latina depende en parte del futuro de la economía mundial y en parte también de su propia capacidad para construir democracias representativas.
Pero depende, sobre todo, de la transformación de las demandas sociales en acción política, de las protestas morales en reformas, de la conciencia nacional en voluntad de modernización.Aunque los actores son débiles, ausentes o desarticulados, es siempre en términos de actores y de capacidad de acción donde se sitúan los problemas de América Latina"(22).
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Notas:
(1) "Resolution adopted by the general conference of UNESCO at its twenty-first session", in Shea, D. y Jarrett, W. Mass communication in Americas. Focus on the new world information and communication order, The Center for Latin America University of Wisconsin-Milwaukee, 1984, págs. 82-83.
(2) Macbride, Sean, prólogo en UNESCO - Um mundo e muitas vozes, Río de Janeiro, Editora de la Fundación Getúlio Vargas, 1983, pág. XIII.
(3) Harley, William G, "United States concerns with the Unesco Communication Programs", en Shea y Jarret, ob. cit., págs. 16-27.
(4) "Communication in the Service of Humanity, Unesco's new plan" Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 23-24.
(5) UNESCO, "Nueva estrategia en materia de comunicación", Boletín ALAIC 2, San Pablo, Alaic, 1990, págs. 26-30.
(6) Shiller, Herbert I., "Forgetful and short -sighted- what hope the future?", Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 26-27.
(7) Roach, Collen, "Limitations and news posibilities", Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 28-30.
(8) Roncagliolo, Rafael, "Tejiendo un nuevo orden", Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 34-35.
(9) Nordestreng, Kaarle, "From compromise to compromise", Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 36-37.
(10) "Communication in the Service of Humanity", Media Development 3, Londres, Wacc, 1990, págs. 23-24.
(11) Gorbachev, Mijail, "El mundo futuro y el socialismo", El socialismo del futuro 1:1, Fundación Sistema, Madrid, 1990, págs. 10-11.
(12) Mowlana, Hamid, Aspects of the Mass Media Declaration of Unesco, Budapest, IAMCR, 1989, pág. 29.
(13) Marqués de Melo, José, "Comunicaçao da massa na Nova República: Transiçao sem Mundança", en Comunicaçao: Direito à informaçao, Campinas, Papirus, 1986, págs. 23-38.
(14) Pasqual, Antonio, "What UNESCO hopes accomplish in Latin America", en Shea y Jarrett, ob. cit., pág. 12.
(15) Marqués de Melo, José, "Igreja e nova ordem mundial da informaçao, Para uma leitura crítica da comunicaçao, San Pablo, Paulinas, 1985, págs. 139-164.
(16) Marqués de Melo, José, "Comunicación Audiovisual y Desarrollo Latinoamericano", texto preparado para el simposium Perspectivas sobre el Espacio Audiovisual Larinoamericano. Promovido por ULCRA, México, 1989.
(17) Vigevani, Tullo, "Nova Ordem Mundial da Comunicaçao", en Queiroz e Silva, Roberto P. de, Temas básicos em comunicaçao, San Pablo, Paulinas. INTERCOM, 1983, págs. 197-201.
(18) Hosbawn, Eric, "1989- o que sobrou para os vitoriosos", Folha de S. Paulo, 12/11/90, pág. 3.(19) Lapouge, Gilles, "Nova ordem mundial começa na Europa", O Estado de S. Paulo, 18/11/90, pág. 16.
(20) Macbride, Sean, prólogo, ob. cit., pág. XVI.
(21) Arbex, José, "Carta de Paris consagra mercado e democracia", Folha de S. Paulo, 22/11/90, pág. A-20.
(22) Touraine, Alain, Palavra e Sangue -Política e Sociedade na América Latina. San Pablo, Trajetória Cultural, 1989, págs. 537-538.

8/3/09

EL DICCIONARIO DE LA DESIGUALDAD

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"EL SISTEMA
que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro".
Eduardo Galeano, "Días y noches de amor y de guerra".
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Una de las tareas más fascinantes que realizan los semiólogos es desentrañar los mecanismos mediante los cuales se logra transmitir y consolidar una ideología determinada mediante el uso del lenguaje.
Esta es una de las principales herramientas que poseen las clases dominantes para justificar su supremacía en la sociedad, siendo paradójico que las víctimas de esta operatoria lingüística se transformen en victimarios de sus pares, ya que como nos dice el maestro Galeano, siempre encontraremos alguien por debajo de nosotros sobre quien imponer la cuota de poder que nos da el sistema.
En la película Malcolm X, basado en la obra de Alex Haley y dirigida por Spike Lee, Denzel Washington interpreta a un hombre afro americano que en la década del 50 pretende vivir al ritmo de la moda: se tiñe y se alisa el pelo, pero la cárcel y la proximidad con la cultura musulmana le harán saber que es otro, otro que no sabe quien es, entonces decide no ser nadie y llamarse Malcolm X, personaje que se transforma en la contra cara de Marthin Luther King a partir de su beligerancia y agresividad en pos de la igualdad de derechos entre negros y blancos.
Es un compañero de la cárcel quien lo "educa" para poder entender, entre otras cosas, que el diccionario, aparentemente objetivo y alejado de la contaminación ideológica, es el primer enemigo de los afro americanos: la palabra negro está asociada al mal, a la muerte, la oscuridad, la noche, etc. En cambio la palabra blanco se aproxima a la idea de puro, de la paz, lo virginal, etc.
Sigamos con el diccionario para llamar a las cosas por su nombre... discriminar es tratar a las personas desigual o injustamente por alguna razón que no puedan evitar o que no sea relevante para el asunto que se trata. Por ejemplo, pagar a dos personas un sueldo distinto por el desarrollo del mismo trabajo tan sólo porque una de ellas sea mujer, negra, boliviana, o hable con un acento distinto. Hay otros tipos de discriminación injusta (debida a la religión, alguna discapacidad, la edad o a opiniones políticas).
La discriminación por causa de la raza, el color de la piel o el origen ancestral se llama racismo.
La discriminación originada en el hecho de ser un hombre o una mujer (el género) recibe el nombre de sexismo.
Generalmente la discriminación se debe a que la gente realiza juicios sobre otras personas a partir de prejuicios. Por lo general, piensan que la otra persona es automáticamente inferior por el mero hecho de pertenecer a otra raza, religión, género, etc.
Estereotipar significa asumir que todas las personas de un determinado grupo o segmento social poseen las mismas características.
En Argentina es común escuchar "a los negros no les gusta trabajar, son todos vagos", aunque muchos después tienen el decoro de aclarar "ojo que no hablo de los negros de piel sino de los negros de alma, no vas a pensar que estoy discriminando".

Sin palabras... se me terminó el diccionario.

. "Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación,
os harán amar al opresor y odiar al oprimido."
Malcom X.

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2/3/09

TEORIA DE LA AGENDA SETTING

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Si bien desarrollamos el tema en la clase cinco, a partir de su importancia en el ejercicio del periodismo y de su cada vez mayor impacto mediatico entiendo justificado un post donde ampliar un poco sobre su historia, evolución y alcances actuales.
La ahora muy conocida teoría de la agenda setting, o simplemente teoría de la agenda, nos dice que como consecuencia de la acción de la prensa gráfica, la televisión y de los demás medios de información, el público es conciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de la esfera pública. La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los mass media incluyen o excluyen de su propio contenido.
Maxwell McCombs y Donald Shaw son los autores del primer trabajo académico sobre la función de la "agenda-setting" publicada en 1972 ("The Agenda-Setting Function of Mass Media". Public Opinion Quarterly, Vol. 36 p.176-187).
En 1977 publicaron el libro "The Emergence of American Political Issues: The Agenda Setting Function of the Press" en el cual profundizan el analisis del papel que juegan los medios en la formación del efecto 'agenda-setting': la selección de las noticias por parte de los medios y la credibilidad de éstos actúan sobre el marco de referencia del debate político. Este desarrollo teórico se da en un devenir histórico, que lo contiene y a su vez lo influye, que se caracteriza por la polaridad. Desde los postulados que sostienen los efecto nulos de los media hasta el extremo opuesto, que nos habla sobre la "omnipotencia" (ver la teoría de la bala mágica). En el medio encontramos una paleta amplia de opiniones, voces que sostienen, en menor o mayor medida, la capacidad de los media de influenciar sobre la audiencias... ¡todas en base a resultados de investigaciones empíricas!
Para aclarar un poco el panorama partiremos de conceptualizar el término "agenda pública", para lo cual utilizaremos el aporte de Jian-Hua Zhu, quien identifica una totalidad de cinco componentes que le dan forma:
1. Agenda de los grupos de presión: los asuntos que distintos sectores sociales promueven a consideración de la sociedad.
2. Agenda de los mass media: cobertura de las noticias, ofrecidas principalmente desde la tapa de diarios y revistas, presentación de noticieros de radio y televisión, etc.
3. Agenda de la audiencia: la importancia que esta le otorga a los distintos temas, considerando como un agravante en la jerarquización la sobrecarga informativa a la que está expuesta.
4. Agenda de los legisladores: la preferencia temática de cada legislador.
5. Agenda de Política: prioridad que la mayoría o todos los legisladores acuerdan conceder a los temas, donde el presupuesto es la variable de ajuste ("no hay plata para resolver todos los problemas").
En la síntesis de estas variables encontramos los temas que finalmente se impondrán en la agenda pública, pero el peso relativo de la agenda mediática es el más importante al aparecer como el espacio obligado de todos los actores a la hora de llegar a la sociedad.
Es así como en la lucha por el reconocimiento público encontramos varias agendas, y distintos actores dentro de cada Agenda, compitiendo entre sí.
Los mass media tienen la posibilidad tecnológica y económica de desarrollar una gran cantidad de temas, pero no es en el interior de las presentaciones gráficas o audiovisuales donde producen el efecto de fijación temática sino en la portada o las aperturas de los programas. Es por ello que la figura del "gatekeeper" y los editores generales cobran una importancia fundamental en la trama organizativa de los medios, ya que es sus manos está la tarea de darle cuerpo a la agenda.
En su obra "La investigación de la comunicación de masas" Mauro Wolff afirma que la idea central de la teoría de la agenda es la capacidad de los mass media de modificar la comprensión que la gente tiene de la realidad social.

Como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de información, el público es consiente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios públicos. La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido. El público además tiende a asignar a lo que incluye una importancia que refleja el énfasis atribuido por los mass media a los acontecimientos, a los problemas, a las personas", afirma Wolff.

Al sostener que "los media, al describir y precisar la realidad externa, presentan al público una lista de todo aquello en torno a lo que tener una opinión y discutir", le da forma al axioma que reza: no cómo pensar, si en qué pensar.
Este escenario redunda en una creciente dependencia cognoscitiva hacia los mass media, que se configura a partir de dos niveles:
- el "orden del día" de los temas, argumentos y problemas presentes en la agenda mediática.
- la jerarquía de importancia y de prioridad con la que dichos elementos son dispuestos en el "orden del día”.
Estas operaciones que tienen que realizar los mass media para transformar los hechos y acontecimientos en material apto para su puesta en circulación se denomina "proceso de semantización":
- la selección ("orden del día): es discriminar de todo el material disponible lo que se procesara para ser comunicado al público
- la combinación (jerarquía): es determinar el orden general del texto y, en lo particular, el montaje o la edición de cada texto en particular
Al realizar estas dos operaciones se margina gran parte del material disponible y se jerarquizan los temas a partir de su distribución y orden de aparición.
El proceso de articulación tiene que ver con la clasificación de los contenidos que cada medio realiza a la hora de organizar el material disponible: en los diarios y revistas encontramos las secciones y suplementos, mientras que en el soporte audiovisual se articula el contenido por programas u horarios.
Estos y otros elementos de la semiótica nos lleva a considerar la mediatización que realizan los mass media como construcciones ideológicas, generalmente basadas en los intereses de las clases dirigentes, siendo sus voceros o representantes, por lo general, las principales fuentes de información con las que se forman la masa crítica de material plausible de ser publicado.
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El segundo nivel de la Agenda Setting
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A partir de los estudios empíricos de segunda generación se reformula la idea central del concepto de Agenda Setting para afirmar que la intención no se limita sólo a proponer los temas de la agenda pública sino también se incluye casi siempre una propuesta al respecto, una "forma de opinar" o en su defecto alternativas no antagónicas, es decir variantes de un mismo universo político-ideológico, con lo cual influyen significativamente en la opinión que las audiencias se forman.
En 1993, a veinte años la primera publicación, sus autores extienden su alcance al agregar que el concepto de “agenda setting es considerablemente más que la clásica afirmación de que los medios de comunicación nos dicen acerca de lo que debemos pensar. Los medios también nos dicen cómo debemos pensar acerca de ello”. Es lo que actualmente se conoce como el segundo nivel de la agenda y que “va más allá de la influencia de los medios de difusión sobre los temas y asuntos que forman parte de la agenda pública, y se fija en el rol que los medios de difusión desempeñan en el encuadre de los temas y otros objetos en la mente pública. Pero quizá es más importante que los medios de difusión puedan influir en el modo en que la gente piensa sobre los temas de la agenda pública”.
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Comparto con ustedes una entrevista ralizada por el diario La Nación de Buenos Aires a McCombs, reconocido internacionalmente como el “padre de la agenda Setting”. Estudió Letras en la Tulane University, se inició en el periodismo como reportero del New Orleans Times para más tarde doctorarse por la Stanford University. Enseñó en las universidades de Los Ángeles, Carolina del Norte y Syracuse y fue director del News Research Center de la American Newspaper Publishers Association. Finalmente, se incorporó al Departamento de Periodismo de la Universidad de Texas, en Austin. También fue presidente de la World Association for Public Opinion Research (WAPOR)..

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Diario La Nación, Jueves 22 de setiembre de 2005.
"Las noticias deben reflejar la inquietud de la gente", dice McCombs.
Reflexiones de un especialista en medios.
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Según McCombs, la prensa tiene gran responsabilidad ante la sociedad.


"La gente está más interesada en los problemas que afectan a nuestra sociedad y cómo resolverlos, y mucho menos en la diaria confrontación política. Las noticias deben reflejar la inquietud de la gente si se quiere mantener la atención del público." Quien afirma esto es un especialista en el análisis de los medios de comunicación y de su impacto en la población: Maxwell McCombs, profesor del Departamento de Periodismo de la Universidad de Texas, en Austin.
"En EE.UU. los lectores de diarios y los espectadores de noticias por TV han ido disminuyendo por varias décadas, porque encuentran irrelevante gran parte de lo que se les ofrece en los medios", dice McCombs, al destacar la abundancia de información sobre pugnas políticas. Una vez, al ser interrogado sobre qué sugerencia les haría a los editores de The New York Times, contestó que les pediría que dieran "menos noticias políticas y más sobre lo que le importa a la gente común, como el tránsito o el estado de las calles".
McCombs, que llegó a Buenos Aires para exponer en la Universidad Católica y ante los directivos del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), se graduó en Letras en la Tulane University, fue reportero de The Times-Picayune, de Nueva Orleáns; se doctoró en la Universidad de Stanford; enseñó en las universidades de Los Angeles, Carolina del Norte y Syracuse, y se desempeñó como director del News Research Center de la Asociación de Editores de Estados Unidos y como presidente de la Asociación Mundial para la Investigación de la Opinión Pública. Es un amplio conocedor del tema, y señala que la responsabilidad del periodista en la sociedad "es enorme".

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La agenda de los medios
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"Disponemos del tiempo y de la atención que nos brinda la gente. ¿Qué uso haremos de ellos?", pregunta. Ese interrogante es parte de sus desvelos desde que en 1972 publicó un artículo en la revista Public Opinion Quarterly, junto con Donald Shaw, en el que analizó la influencia de la agenda de los medios de comunicación sobre la agenda pública. En dicha nota adujo que los medios de comunicación, al dar o restar importancia a un tema, transmiten la relevancia de los problemas que se perciben como importantes.
La idea de aquel primer artículo nació en la campaña electoral norteamericana de 1968, en la que tomó, como laboratorio de ensayo, la población de Chapel Hill, Carolina del Norte. Se encuestó a los votantes indecisos y se compararon los temas que les preocupaban con los temas que eran tratados en los medios informativos locales. Se halló una gran correspondencia entre ambos. Así se instaló el concepto de agenda-setting (que podría traducirse como "la definición de los temas prioritarios"), que pasó a ser el campo de estudio de McCombs. Autor de una decena de libros, el experto señala que no todos los periodistas advierten el poder que tienen en sus manos y que el mejor guardián para el buen uso de ese poder es la ética.
"El primer capítulo del libro «La opinión pública», de Walter Lippman, se titula «El mundo exterior y el cuadro en nuestra cabeza», y tiene que ver con la relación entre los hechos que acontecen y su percepción en la gente, que los asimila a través de los medios de comunicación", señala McCombs. Y añade que Lippman subrayó el papel que desempeñan los medios informativos en definir "nuestro mundo", entendiéndose como tal todo aquello que va más allá del entorno inmediato personal y familiar. "Una década atrás se hizo en Texas una encuesta para que la población dijera cuál era el problema más grave en el estado. La mayoría dijo que era el crimen. Pero las estadísticas mostraban que en los últimos tres años el delito había bajado. Como los medios les daban mayor espacio a las noticias sobre delitos, por su gran impacto, la gente terminó por creer que era lo más apremiante", explica McCombs.
Este no es un dato menor, añade, ya que la mayor parte de las ciudades medianas y pequeñas en EE.UU. tiene un solo diario, "con lo cual la gente tiende a pensar de manera uniforme. Años atrás, en Washington, se preguntó a los habitantes de distintos barrios si la ciudad era segura. La gente que prestaba más atención a las noticias locales pensaba que la ciudad era más insegura, y se comportaba con más temor".
Según McCombs, cuanto más espacio le dedican los medios a un candidato, más se fijará en la gente la percepción de que es el que tiene más posibilidades de ganar. "Esto obliga a los periodistas a ser muy prudentes y responsables", dice, porque toda noticia que refleja una actividad política tiene influencia sobre el voto, más allá de los discursos y la propaganda de campaña.
"Hace poco tomamos a un grupo y le dijimos: «Imaginen que viene un amigo de ustedes que hace años que no vive en EE.UU. y le tienen que dar su impresión sobre Bush». La mayoría respondió con definiciones que habían sido publicadas por los diarios o dichas en TV. Esto se da en muchísimos temas. La gente se forma una opinión de acuerdo con la información que le llega -afirma McCombs-. Es incorrecto pensar que cuanto más educada es la ciudadanía, su punto de vista es más independiente, y cuanto menos educada, es más influenciable. La diferencia es mínima."
Todo esto, señala el autor, obliga a los periodistas a reflexionar sobre los temas que se eligen en la agenda y a no subestimar al lector.