26/8/18

LA TEORÍA DE LA AGENDA SETTING (TEORÍA DE LA FIJACIÓN DE AGENDA)





La "teoría de la fijación de la agenda", también conocida como teoría del "Agenda Setting" postula que los medios de comunicación de masas tienen una gran influencia sobre el público al determinar qué asuntos poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da.
El punto central de esta teoría es la capacidad de los medios de comunicación para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. Del mismo modo, deciden qué temas excluir de la agenda. Más claramente, la teoría del establecimiento de la agenda dice que la agenda mediática, conformada por las noticias que difunden los medios informativos cotidianamente y a las que confieren mayor o menor relevancia, influye en la agenda pública.
Esta teoría estudia el impacto de la prensa (impresa, electrónica) y la información que ésta maneja en el público, además del análisis de las audiencias.
Su principal preocupación es analizar cómo la información de los medios masivos (agenda) influye en la opinión pública, y las imágenes que albergamos en nuestras mentes como espectadores o lectores de esas noticias. Para la Agenda Setting la prensa es mucho más que un simple proveedor de información y opinión, lo que ocurre en el estado, en el país y en el mundo luce diferente para distintas personas, no sólo por su ideología e intereses individuales, sino también por el mapa informativo que trazan los reporteros, editores y articulistas de los medios a través de los cuales se informan.
La Teoría del establecimiento de la agenda se refiere a como los medios influyen en el público directa o indirectamente, no en las opiniones o dictámenes que estos enuncian; sino procurando la relevancia o el espacio informativo a temas o cuestiones que los medios eligen. El estudio realizado por McCombs y Shaw en 1972 refiere a que la gente considera unos temas más destacados (la agenda del público), que otros en proporción directa con la importancia que le den los medios (la agenda de los medios), aunque estos no sean quienes decidan por la audiencia cual será la actitud o decisión de estos asuntos que proponen como agenda. . "Su nombre metafórico proviene de la noción de que los mass-media son capaces de transferir la relevancia de una noticia en su agenda a la de la sociedad" (McCombs, 1996, p.17).1
Las principales consideraciones de esta teoría son la capacidad de los mass-media para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, impacto y una determinada conciencia sobre la noticia, y la inclusión o exclusión de determinados temas. Es decir, los temas que son relevantes para los medios se convierten en temas importantes para el público. El nombre "agenda setting" no posee una traducción consolidad al español, y se han utilizado en la literatura términos como "función del establecimiento de una agenda temática" o variaciones como "jerarquización de noticias" o "canalización periodística de la realidad" entre otras.
La teoría de la agenda-setting es el resultado experimental de una tesis que, a manera de metáfora, planteó Cohen: los medios (informativos) pueden no acertar al decirnos cómo pensar sobre un determinado tema, pero sí cuando nos dicen sobre qué pensar.
Según Noam Chomsky, profesor del Massachusetts Institute of Technology, la agenda-setting es una "alianza tácita" que existe entre el gobierno de un país (generalmente Occidental y sobre todo Estados Unidos) y los medios de comunicación para comunicar a los espectadores, oyentes o lectores de un determinado medio sólo lo que interesa, y ocultar al máximo lo que puede resultar peligroso o perjudicial para la estabilidad que ellos creen la correcta para su país.
Los factores que intervienen en el establecimiento periodístico comprenden:
- Alianza Medios–Gobiernos
- Establecimiento de prioridades Informativas, respecto a las otras agendas
- Canalización de la información redimensión y divulgación.
- Organización de la noticia, horarios, espacios, determinación de tiempo.
Natalia Aruguete es una de las referentes en Argentina en el tema. Doctora con mención en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Magíster en Sociología Económica (IDAES-UNSAM) e investigadora del CONICET. Además, ha realizado una estancia de investigación en la Universidad de Salamanca, España.
En 2015 publica el libro El poder de la agenda. Política, medios y público, que fue editado por Biblos. Allí estudia la relación entre agenda pública, mediática y política, y cómo se conforman nuestras percepciones y miradas acerca de lo que sucede.
Hoy, se desempeña como docente de la UNQ y como colaboradora periodística especializada en Página/12 y Le Monde Diplomatique. En diálogo con Universidad, Aruguete profundizó acerca de su línea de investigación vinculada con el estudio de las agendas políticas, mediáticas y públicas, desde las teorías de la Agenda setting, el Framing y el Indexing.


Comparto con Uds. una entrevista publicada en Pagina/12 el 23 de agosto en el suplemento 21 de Universidad.

ENTREVISTA A LA INVESTIGADORA Y PERIODISTA NATALIA ARUGUETE

“Los medios no juegan sobre un vacío social, sino que rastrean lo que está ocurriendo”

La autora de El poder de la agenda. Política, medios y público, publicado en 2015, problematiza el concepto de lo real, en relación a la capacidad de instalar temas de interés a través de los medios.

Durante las jornadas previas a la media sación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en la Cámara de Diputados, los medios parecieran haber estado más “cercanos” a la postura “pro aborto”. ¿Creés que esto fue así?

- Lo que con Ernesto Calvo encontramos en el dialogo político de la red #AbortoLegal lo comparamos con otros casos que analizamos antes, como #Tarifazo, #2x1 y #Maldonado. En #Maldonado vimos cómo la interacción en Twitter se polarizó. 
Frente a tanta polarización y “chicana” observada en redes anteriores, especialmente dentro de lo que llamamos “la comunidad oficialista”, en el caso de #AbortoLegal la polarización no fue tal. Aquí, las autoridades (usuarios influyentes, medios tradicionales, etc.) cuyos posteos tuvieron mayor alcance, se posicionaron más cerca del activismo “pro derechos”. La fuerza que alcanzaron los discursos de las activistas limitó la narrrativa que provenía del lado de la “chicana” y de la postura “anti-aborto”.
En este caso en particular, los medios tradicionales junto con los políticos de los partidos más grandes, quedaron ubicados en una misma comunidad (colectivo de tuits con discursos compartidos), sin que se generara polarización entre ellos, instalados más cerca de la burbuja “verde” y lejos de la comunidad “celeste” y de los trolls. 
Hay dos dinámicas que se alimentan recíprocamente. Junto con Nadia Koziner observamos que en la cobertura de algunos diarios durante los días previos a la media sanción en Diputados, los actores que comulgaban con la legalización del aborto tenían más crédito (respeto a los dichos de la fuente). En otros casos, en cambio, algunas fuentes “anti-aborto” eran desacreditadas. Los medios no juegan sobre un vacío social; rastrean lo que ocurre y sobre ello tematizan. La otra dinámica que se vio es que los medios se ubicaron en esa comunidad sin ser muy retuiteados. En la red #Aborto, usuarios con pocos seguidores posteaban tuits que tenían muchísima propagación. Algo que en general no ocurre. En este sentido, creo que el activismo llevó la delantera y los medios fueron detrás. Por lo menos en lo que nosotros analizamos hasta el día de la sanción en Diputados. 

Concentrás dos desafíos: por un lado, ser mujer, algo que en el mundo y en todo ámbito laboral conlleva desventajas y, por el otro, investigas un actor en constante cambio y con mucho poder: los medios de comunicación. ¿Cuál es el desafío de ser una investigadora mujer de las agendas mediáticas en Argentina?

- No podría afirmar que me sentí ninguneada por ser mujer. Sí sentí que las líneas de investigación que yo sigo, que son cuantitativas, no son perspectivas de investigación frecuentes en Argentina. Hace doce o trece años, cuando empecé a analizar estas cuestiones, me sentía un “bicho raro”. Eso me quitaba legitimidad. A medida que pasó el tiempo, otros investigadores se empezaron a interesar más por teorías tales como la “agenda setting” o el “framing”, y entonces fui ganando reputación. En ese sentido, hubo un antes y un después de la publicación del libro El poder de la Agenda. Política, medios y público (Biblos, 2015), porque no había acá un solo libro —en particular, escrito en español— que recopilase esa cantidad de trabajos empíricos realizados en 50 años de estudio de “agenda setting”. 
En relación con quiénes son los investigadores con mayor visibilidad, sí veo que los hombres han ganado mayores lugares.

¿Cómo influye el efecto “framing” por parte de los medios de comunicación en la definición que las personas hacen sobre la realidad?

- El sociólogo William Thomas expresó en 1928 que “si las personas definen las situaciones como reales, estas son reales en sus consecuencias”. Cincuenta años antes, Williams James se preguntó: “¿en qué condiciones creemos que las cosas son reales?” Lo que me parece interesante es no tanto el contenido que proyecta una cámara sino la delimitación que impone la propia cámara. Es ese marco lo que nos sugerirá cuán real es lo que vemos. Podemos llevar veinte periodistas a una misma situación, y es muy probable que a cada uno le inquieten aspectos distintos de un mismo acontecimiento. Por otro lado, cada uno de esos elementos serán igualmente reales en la medida en que logren instalarse como legítimos. Lo real es aquello que nosotros logramos instalar como legítimo. Hay una frase muy elocuente que escribió Murray Edelman a fines de los ‘80: “La política se trata sobre qué puntos de vistas, qué entendimientos y qué definición de la realidad prevalecerán”. Lo que quiero decir es que no hay hechos por fuera de la definición que nosotros damos de tales hechos. Un mismo acontecimiento, conforme pase el tiempo y se produzca un debate político y social a su alrededor, se irá redefiniendo. Lo que importa es descular la puja simbólica alrededor de una cuestión para ver qué definición de la realidad prevalece. 
Entman analiza la activación en cascada de los encuadres. Encuadrar, dice él, es definir una situación como problemática, encontrar sus causas, atribuir responsabilidades, hacer juicios morales y proponer una solución. Un gobierno puede expresar una determinada definición sobre un hecho, pudiendo activar —o no— elementos de ese encuadre en el resto del sistema comunicacional, esto es: las elites políticas, los medios de comunicación, el público. En #AbortoLegal vimos que la definición que quiso impulsar el Gobierno no activó en toda su magnitud en la ciudadanía. La sociedad propuso un contra encuadre “pro derechos” que, en la puja, le ganó al encuadre oficial. 

¿Cómo creés que se va a jerarquizar la agenda electoral en 2019?, es decir, ¿qué temas serán “lo importante”?

Las agendas en Argentina cambian muy dinámicamente. Hay dos componentes que observo: uno es que hay determinados temas o preocupaciones relacionadas con lo socioeconómico (pobreza, inflación, desocupación), que están muy a flor de piel en la sociedad y “prenden” rápidamente. Sobre estas preocupaciones de la agenda pública es más difícil instalar la agenda mediáticamente. Básicamente porque son temas experienciales. Es difícil que el abordaje mediático de esos temas logre cambiar lo que se cree previamente sobre ellos. A diferencia de esos temas experienciales, la corrupción es, por ejemplo, un tema no experiencial. Si el “escándalo de la corrupción” no se instala mediáticamente, no aparece como un tema importante para la sociedad. A ese tipo de construcciones noticiosas se lo define como “espectáculo político”, porque son construcciones que se arman por la creación de personajes y controversias entre ellos, de expresar argumentos dramáticos, etc. En estos tipos de temas, es importante analizar la tematización que realizan los medios.
Lo que no estoy viendo es que, entre estas dos pujas —temas socioeconómicos vs. corrupción—, haya mucho lugar para temas como la inseguridad. Básicamente porque cuando hay mucha inestabilidad económica, la preocupación por la inseguridad baja. Por otro lado, la corrupción sí es muy posible subirla y bajarla, aunque es más volátil.

Fuente: Wikipedia y Página 12.

22/8/18

JEFF JARVIS EN EL MEDIA PARTY 2018



Jeff Jarvis: "Ahora cada persona en la Tierra es un canal de TV".


Alrededor de 2500 emprendedores, periodistas, programadores de software y diseñadores de cinco continentes trabajarán juntos para el futuro de los medios de comunicación. Será en la Ciudad Cultural Konex, entre este miércoles 22 y el viernes 24, en la edición 2018 de la Media Party. Nacido de Hacks/Hackers Buenos Aires, este evento fusiona a grandes empresas periodísticas como el New York Times, The Guardian, Vox, ProPublica, Watchup, Neo4J o DocumentCloud, con las comunidades regionales de la mayor red de periodistas y desarrolladores del mundo. Pero más allá de sus funciones en el mercado de la innovación y los contenidos, la Media Party además expone experiencias en medios, narración de historias, investigación periodística, periodismo ciudadano, prácticas e iniciativas con datos abiertos, además de una serie de disertaciones de expertos internacionales de los medios más importantes e innovadores de todo el mundo.
Uno de los expositores que más expectativas genera es Jeff Jarvis, maestro de periodistas, gurú de la industria digital y referente del periodismo social, actividad profesional entendida como un modo de transformar la comunidad que se reporta.
Comparto con uds. la entrevista realizada por la colega Stephanie Zucarelli.



Crítico y referente del análisis de la cultura de masas, Jarvis apunta ahora a formar periodistas que incidan en su ambiente.


"Debemos ser aliados de la verdad"


Ante la manipulada idea del periodismo ciudadano, Jeff Jarvis propone la de un periodismo social, de una deconstrucción transformadora que vuelve a entender al rubro como un servicio y no como un espectáculo. Jarvis estuvo en contacto directo con la maquinaria productora de la cultura pop mientras trabajaba en TV Guide y en People como crítico de televisión, e inclusive fue quien encaminó la idea de Entertainment Weekly, la revista estadounidense de análisis de cultura general para el público consumidor. Ahora, como profesor en la Craig Newmark Graduate School of Journalism, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, propone un título para especializarse en la perspectiva que desglosará este jueves en la Media Party 2018.

¿Qué función le daría al periodismo en la actualidad?
-Últimamente cambié mi definición por ésta: el periodismo debe convocar a las comunidades a conversaciones civiles, informadas y productivas. La información sigue en el centro de esa definición, pero estamos aprendiendo que la civilidad es una precondición necesaria para que las personas estén abiertas a otras perspectivas e inclusive a otros hechos. Por ello creo que, dentro de las redes sociales, los periodistas deben construir puentes entre comunidades para hacer que “los desconocidos sean más conocidos”. También veo que el periodismo debe construir su valor al ayudar a la gente a mejorar sus vidas y comunidades.

¿Y cuál es su propuesta de un “periodismo social”?
-El periodismo social, que es un programa que inicié en Newmark School of Journalism, comienza a partir de las comunidades y no del contenido. Hacemos que los estudiantes escuchen, observen y reflexionen sobre las necesidades de las comunidades antes de decidir qué tipo de periodismo pueden hacer para ayudar a estos grupos a cumplir sus metas. Normalmente, esperamos que los periodistas entreguen sumarios de historias que creen que la gente querrá leer. Eso es un vestigio de los medios masivos de comunicación y la era de Gutenberg, cuando el periodismo requería servir a todas las personas como si fueran la misma. Eso era un mito. El periodismo no se trata de crear un producto llamado “contenido” sino de proveer un servicio a la gente y las comunidades. Para ello, lo primero que hay que hacer es escuchar a esas personas. De eso se trata el periodismo social.

En un artículo publicado por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), Jarvis dijo que la clave tecnológica que le faltaba a los medios para evolucionar era la de ofrecer contenido perfilado para sus usuarios. ¿Qué hay de la posibilidad de que perfilar el contenido de esta manera haga que pierda su valor como información relativamente objetiva? “El periodismo objetivo es un mito”, señala. “Todos, incluyendo los periodistas, tenemos una subjetividad, una perspectiva, una experiencia de vida.”

En ese caso, ¿no es necesario que el comunicador haga transparente esa perspectiva?
-Sí, es crítico que podamos ser abiertos con respecto a esto para que el público pueda juzgar nuestro trabajo en consecuencia. Como algunos decimos, “la transparencia es la nueva objetividad”. No estoy sólo diciendo que debemos perfilar el contenido para nuestros usuarios, eso es sólo el comienzo. En lugar de tomar el contenido que ya hacemos y apuntar nuestros métodos de marketing para el público, necesitamos trabajar en apuntar nuestros reportajes –el origen del periodismo– a las personas que servimos, entendiendo sus necesidades. Y tenemos nuevas herramientas que internet nos ofrece para hacerlo. Creo que el periodismo siempre se trató de actuar por una causa: por la justicia, la igualdad o los más débiles, para dejar expuesto el poder a la inquisición pública. Nosotros debemos ser aliados tanto del público y de la verdad.

Los millennials y centennials construyeron relaciones muy fuertes con los llamados “influencers”. Si estos tuvieran el título de periodistas, ¿sería lo suyo una forma de periodismo social?
-He aprendido lecciones en Vidcon, una conferencia donde se reúnen fanáticos de YouTube, que ahora enseño en el ciclo de periodismo social, y las fundamentales son la necesidad de llevar el periodismo hacia la gente donde sea que esté, sea por Youtube, Facebook o WhatsApp) y de que nuestro contenido sea viralizable, así pueden volver informados los debates de la gente. Eso es lo que aprendí en aquella conferencia y pude decirles a nuestros estudiantes y colegas que no sólo pueden “crear historias” sino que también necesitan producir contenido periodístico que se convierta en “objeto social” que la gente quiera compartir entre sí. Los “tipos malos” son los que hacen eso con la desinformación. Nosotros debemos batallar eso con información.

Fuente: Página/12

5/8/18

EL MENSAJE ES EL MEDIO


Uno de los efectos de leer un libro inteligente es que nos hace sentir así: inteligentes. Es un síntoma efímero e ilusorio, pero tan eficaz que -mientras dura- es contagioso. Bajo la resaca uno cree, por ejemplo, que esos tiburones de piscina llamados inversionistas son, en realidad, verdaderas bestias: si hubiesen leído Mediamorfosis (Granika Editores) se habrían dado cuenta que en Internet no tienen nada, absolutamente nada que hacer. Salvo perder plata. (aunque quizá ése es el objetivo principal del capitalismo higiénico, necesitado como está de lavar dólares. En ese caso, han leído el libro y lo han interpretado bien, lo cual inquieta).

Lo cierto es que Mediamorfosis es un ensayo que debería leer todo aquel que toque medios electrónicos digitales, especialmente si pretende hacer de ello una profesión. El autor de Mediamorfosis es Roger Fidler, un diseñador gráfico que debe excusarse en el prólogo por haber sido él -y no un periodista- quien dirigiera este didáctico proyecto financiado por el Freedom Forum y realizado por la Universidad de Nueva York durante un largo año. Hoy, Fidler dirige el experimento más serio sobre diarios electrónicos, mientras disfruta la fama de haber creado una palabra que recorre todos los debates sobre el futuro de la red.

Mediamorfosis es para Fidler la mejor manera de sintetizar el largo proceso que protagonizaron las comunicaciones en los últimos 200 años. Para él, las nuevas tecnologías son tan viejas como el capitalismo, ya que sobre ellas establece una sola diferenciación: umplagged o enchufadas.

El efecto más importante de esta mirada que propone Fidler es perder miedo y ganar información. Dos palabras claves y elementales para espantar la especulación, pero también los más absurdos vaticinios que se hacen sobre este tema. (Es una lástima que Fidler no cuente con la saga de artículos periodísticos que publicó el diario Clarín sobre el Efecto 2000 ni conozca los entredichos judiciales de la funcionaria a cargo de la cuestión, Claudia Bello, para ilustrar a sus lectores sobre quién gana cuando se pierde información.)

Su tesis -en una versión muy libre - podría sintetizarla así:

  • Internet nació como un sistema postal y con el uso se fue convirtiendo en un territorio de intercambio libre de ideas y debate de valores. A lo largo de los años y del uso, esta red anárquica se ha convertido en algo más complejo que lo originalmente pensado. 
  • La total libertad de movimientos, la falta absoluta de censura y la cantidad de temas que pueden allí abarcarse han fortalecido y favorecido su crecimiento. 
  • Pensada para transportar rápidamente mensajes de un punto a otro del planeta, su fenomenal crecimiento no lo ha dado sólo su velocidad. Ni siquiera el volumen del tráfico. Sino el contenido de sus mensajes. 
  • Qué distribuye y no cómo es ahora su clave. 
  • Un humorista americano retrató en un chiste su gran atractivo y misterio. Allí mostraba dos perros frente a una computadora. Y una sola frase: "Si sabés escribir nadie se va a dar cuenta que sos un perro". Es decir: la posibilidad de crear una personalidad es también una manera de crear una realidad propia. Saber escribir, saber pensar, es lo que nos diferencia de los perros. Aunque hoy en Internet muchos ladren.

Por supuesto que Fidler se detiene en aquel término ideado por McLuhan de aldea global (perdón Q.) con el que describía la realidad emitida por la televisión de su época, pero Fidler propone revisar de qué televisión estaba hablando McLuhan entonces.

Fidler apunta :
Hasta hace unas décadas, los contenidos de la tevé se filtraban y seleccionaban a gusto de los gobiernos y los anunciantes con el fin de promover una estilo de vida conservador y homogéneo. Esta versión light de la realidad - creadas a base de Familias Falcón, concursos, publicidades, celebridades y censuras- fue perdiendo espacio en la pantalla a manos de realitys shows, noticieros efectistas, dramas más audaces. (!hic!) 

Cita a Joshua Meyrowitz, cuando sostiene que la tevé de los últimos años sacó a luz "el mayor secreto de todos: el secreto del secreto". Es decir, reveló el juego. Muy pronto lo niños -expuestos sin filtro a todo tipo de mensajes- se dieron cuenta que los adultos conspiraban para censurar su conocimiento. Según Meyrowitz uno de los motivos por los cuales la actual generación de niños parece menos infantil es que desde temprana edad han tenido acceso a tantos secretos del mundo adulto a través de la tevé. 

Ahora bien: estos chicos crecieron. La tevé les reveló secretos, pero también les creó expectativas que no cumplió y necesidades que no explicitó. No crecieron con amor, sino con desconfianza. 

Esta desconfianza subyacente en relación a los medios es uno de los factores que contribuyen a la creciente popularización de Internet, alentada por la generación nacida después de los '60: la generación digital. 

Hijos del zapping, están acostumbrados (incluso malcriados) a una palabra clave del lenguaje digital: opción. Toda orden dada a un programa es la ejecución de una opción. Entrar o no a una página, clickear dentro de un banner publicitario, leer una noticia. Nada de esto es algo que pueda imponerse. Todo lo que puede imponer Internet apenas cabe en las mínimas medidas de una pantalla. Y aún dentro de ese humilde territorio tiene que someterse a que el usuario elija (o no) visitar sus profundidades. 

La generación digital (madre tevé/padre zapping) está acostumbrada a la mezcla y la fusión. Sabe cómo fundir mensajes procedentes de diferentes emisores y crear con esa mezcla otra cosa, que tiene algo de aquí y algo de allá, pero nada parecido a lo que -con idénticos elementos- hace el tipo de al lado. 

Pensemos en un día arquetípico de alguien que se despierta con una radio reloj y escucha -mientras abre un ojo- el pronóstico del tiempo. Mientras se afeita registra el estado del tránsito y la política. Mientras desayuna, hojea un diario. Luego, en el auto o en el colectivo recibe otra andanada de información entrecortada por bocinas y buenos días. Cuando llega al trabajo alguien le comenta lo que leyó, escuchó o vio en la tevé. Puede que incluso en su trabajo reciba un resumen de noticias o consulte Internet o charle del partido de fútbol con el vecino de escritorio. Lo cierto es que para cuando llegó la hora del almuerzo ya tiene un mix de fuentes de información a las que se expone voluntaria o involuntariamente. 

Una de las consecuencias que genera este flujo informativo es la sensación de la falta de tiempo. No solo por el ritmo que impone la vida moderna, sino por la cantidad de opciones de información que ofrece. 

Muchos especialistas aseguran que es por eso que la capacidad de atención y de paciencia están en proceso de reducción. Y una de las consecuencias directas es la declinación de un hábito: leer por placer.

Fidler señala entonces a los grandes perdedores de esta batalla: los medios gráficos. ¿Por qué?. Su respuesta es contundente: los editores de diarios y revistas no le aportan al lector promedio suficiente información relevante y atractiva como para justificar su tiempo y esfuerzo.

Para evitar este desinterés o aburrimiento, lo editores han ideado una estrategia: agregaron colores, agrandaron fotos, incluyeron gráficos, dibujos, tipografías de impacto. Efectos visuales todos que han condenado a los medios gráficos a librar la batalla en un terreno ajeno, desconocido y pobre.

Al comenzar su hilván histórico, Fidler recuerda la primera frase que escribió Samuel Morse cuando estrenó, en 1884, un mensaje por cable. Morse simplemente tecleó:

"¿Qué nos ha dado Dios?"

Es cierto que Morse desarrolló su método con la intención de "liberar a la ciudad de Nueva York de sus impurezas" y para difundir la prédica moral de su periódico El Journal of Comerce. También es verdad que el sitie más visitado de Internet hoy es el de Pamela Anderson. Sin embargo, su invento sirvió, más allá del aspecto moral, para disparar la misma reflexión que puede hacerse hoy con respecto a las nuevas tecnologías:

"Nos apresuramos mucho para construir un medio que conecte lo más rápidamente posible la ciudad de Maine con Texas, pero puede ser que Maine o Texas no tengan nada importante para comunicar".

La frase es del filósofo Henry David Thoreau, quien en 1854 y sin siquiera sospecharlo, estaba poniendo el mousse sobre una palabra clave del lenguaje digital: contenido.

Con este simple y contundente argumento, Fidler acusa a los medios gráficos de ser banales y nos alienta a ser incrédulos. Que así sea.

Fuente: lavaca.org