27/10/11

EL ESPACIO QUE LOS DIARIOS LE OTORGAN A SUS LECTORES

El Roto y su aporte sobre la claridad de la confusión.

Espacios reducidos para las cartas, no existen los “defensores” ni posibilidades de publicar las criticas sobre los contenidos.

Los diarios argentinos violan los derechos de sus lectores

Cuando un lector de matutinos decide criticar el contenido de una nota, artículo u opinión sólo le queda la esperanza de que en espacios reducidos del diario, alguna vez, salga publicada su misiva. Será seleccionada entre miles o cientos de cartas que diariamente ingresan a los periódicos. Pero no habrá nadie que le conteste. Y menos aún que lo haga en el mismo matutino. El “Defensor del Lector” no existe en la Argentina. El DsD brinda a sus lectores un informe - que abarca solo a los diarios nacionales que se editan en la Capital Federal - sobre esta asignatura pendiente. Su historia. La función que cumplen en otros periódicos del mundo. Algunos casos. 

Antes de realizarle observaciones a los diarios – papel sobre ésta problemática, el Diario sobre Diarios (DsD), reconoce públicamente que también está en deuda con sus propios lectores en este tema que hoy examina. El Grupo Consenso S.A. se compromete a construir la figura del Defensor del Lector en cuanto sus propios recursos lo permitan. El DsD es apenas una pyme que tiene seis meses de existencia como diario digital. Sus lectores se comunican mediante el correo electrónico o telefónicamente. En todos los casos, las criticas y observaciones originan una respuesta dentro de las primeras 72 horas. Pero no alcanza. Se merecen también un Defensor. A continuación analizaremos la situación en grandes empresas periodísticas y “holding”, algunas de ellas, centenarias. Pero creemos que vale la aclaración. El Defensor del Lector o también denominado ombudsman, es un profesional que se desempeña en el diario y tiene como misión representar al lector ante dicho medio. Leer y difundir sus reclamos, sus proposiciones, canalizar las explicaciones que exige, sean correcciones, rectificaciones o aclaraciones. 

Un poco de historia 

Algunos autores sostienen que la primera herramienta creada para asegurar la participación de los lectores, se remonta a 1916, cuando nacen en Suecia los consejos de prensa. En América Latina, el profesor colombiano Javier Darío Restrepo se ha convertido sin dudas en el Defensor más prestigioso del continente latinoamericano. Restrepo señala que "los primeros en adoptar la figura que hoy tenemos en Colombia, del Defensor del Lector para un periódico, fueron los grandes diarios de los Estados Unidos, movidos por dos razones complementarias entre sí: la necesidad empresarial de garantizar un control de calidad para tener o convencer a su clientela, y la crisis de credibilidad que afectó en los años 60 a la prensa de los Estados Unidos". 
Es decir que el Defensor o ombudsman, era un generador de credibilidad. Otro hito que reconocen diversos profesionales, lo constituyen la propia evolución del concepto de información. La publicación de noticias fue primero un "privilegio real", propio de monarquías. Luego se la consideró un derecho exclusivo de periodistas y editores. Finalmente - en tanto y en cuanto concepción del "derecho público" - comienza a extenderse en la década del 70. Por ejemplo, en 1978 el Informe Mc Bride de la UNESCO consagró como principio que los periodistas y las organizaciones de medios, "sirven directamente al público y éste tiene el derecho de llamar la atención por sus acciones". A través de los años - progresivamente - se impuso la concepción del lector como "cliente activo". Fue el derrumbe y desuso de "la comunicación de masas". Es decir, la del propietario dueño de un poderoso diario que se dirige a la muchedumbre, para informarla y para formarla. 

Garantías y Derechos 

La "prensa libre" se constituyó en una de las instituciones básicas del Estado de Derecho. En el mundo capitalista, para que exista una "prensa libre" deben regir dos principios esenciales: "la libertad de expresión" y el "derecho a la información". Por ejemplo, para el diario El País de España," (...) tanto es así que no se puede hablar de democracia en ausencia de una prensa que no tenga las garantías suficientes para desarrollar su labor. Los periodistas ejercemos estos dos derechos esenciales en nombre de la opinión pública, de nuestros lectores. Ello nos obliga ante la sociedad en una medida más amplia que el estricto respeto a las leyes, que debemos acatar como el resto de los ciudadanos. Cuando los periodistas exigimos información en nombre de la opinión pública o criticamos a personas o instituciones de la Administración (Gobierno) o de la sociedad civil, contraemos una responsabilidad moral y política, además de jurídica. Es decir, que se puede abusar del derecho a la libertad de expresión o del derecho a la información sin infringir la ley". (del "El País, libro de Estilo", Ediciones El País, 1977). 

Precisamente el mencionado diario español, ya había definido en 1977, que "son los lectores los propietarios últimos de la información" y que por ello, "entendemos que han de existir unas directrices que comprometan al periódico con sus lectores, una especie de control de calidad que defina quienes somos y cómo trabajamos". Por ello, las normas de conductas de los periodistas son definidas en algunos diarios, en una suerte de "código deontológico" o "principios". Tambien se han creado "Estatutos de Redacción" que definen las reglas que rigen en una redacción. Es decir, un conjunto de principios y reglas que se ofrecen como Garantias, que impidan que tanto los propietarios, editores como periodistas abusen del derecho a la libertad de expresión o del derecho de la información, infringiendo la ley. 

Los controles externos 

En cuanto a los Derechos de los lectores, existen básicamente en cientos de diarios del mundo, dos normas externas de control: el "Libro de Estilo" del periódico, y la figura del Defensor del Lector. 

El Libro de Estilo, además de describir los condicionamientos metodológicos de la escritura del diario, contiene normas y reglas para el uso honesto de la información. Por ejemplo, El País de España, editó su libro en 1977. En nuestro país, los dos grandes diarios argentinos, Clarín y La Nación, recién lo hicieron en 1998. Tambien por entonces, el ya desaparecido diario Perfil (Jorge Fontevecchia, de Editorial Perfil) editó su propio "manual". 

La creación del Defensor del Lector, por el contrario es más reciente. En El País de España, la figura existe desde el año 2000. Hay profesionales destacados que se desempeñan en dicha tarea en cientos de diarios del mundo. No hay registros al respecto. Pero se podrían mencionar a algunos profesionales que han trabajado o aún se desempeñan en matutinos muy prestigiosos. Entre otros el reconocido Javier Darío Restrepo (recientemente reemplazado en El Colombiano de Medellín por José Luis Mejía Arango, también El Espectador de Bogotá, Colombia); Michael Getler para “The New York Times”; Genova Overholser (The Washington Post); Joseph María Cassasús (La Vanguardia, España) o Camilo Valdecantos (El País de España). 

La situación del lector en la Argentina 

En la Argentina, el Defensor del Lector es una asignatura pendiente. El único antecedente lo constituye el diario Perfil, hasta su desaparición. Su propietario, Jorge Fontevecchia instaló la figura del Defensor del Lector, en un intento por innovar en la prensa gráfica argentina. Tras la corta vida del matutino, ningún otro propietario de medios intentó imitarlo en este aspecto.
Clarín y La Nación no han implementado dicha figura. El caso de Clarín es más grave aún: le dedica un pequeño espacio diario a las cartas de sus lectores, en la sección Opinión. El matutino más poderoso de la Argentina, no dialoga con su lectorado, no discute ni intercambia puntos de vista. Históricamente además el diario no publica las criticas o pedidos o exigencias que los lectores puedan realizarle con respecto a coberturas y contenidos. En el primer semestre de este año, los ejecutivos y editores de Clarín están dedicados a elaborar un nuevo diseño, que también modifica contenidos. Se ignora, por el momento, si incorporará la figura de El Defensor del Lector. O si ampliará su espacio dedicado a cartas de lectores. 

En cuanto a La Nación, es quien más esfuerzo hace por tratar de canalizar las inquietudes de sus lectores: el centenario matutino le dedica dos o tres veces el espacio que le da Clarín a los mensajes. Las "cartas" de La Nación ocupan un lugar importante al lado de los "editoriales" de la empresa. Publica muchas veces críticas de sus lectores a dichas posiciones editoriales. Incluso quejas de supuesto "maltrato" en alguna nota periodística. Además, los días lunes, en su sección “Notas”, el profesor Octavio Hornos Paz, escribe su columna “Diálogo semanal con los lectores”. En tono ameno, Hornos Paz hace referencias a los errores gramaticales en que incurren periodistas y editores del matutino, muchos de los cuales son señalados por su público. Tambien cuando el matutino; o mencionan incorrectamente personajes, o hechos históricos. El columnista identifica al lector – como corresponde – y le responde hasta cuando considera que dichas personas se equivocan en sus observaciones. La valiosa tarea de Hornos Paz, de todos modos, se queda a mitad de camino con respecto a la verdadera función del Defensor del Lector, titulo que por otra parte, correctamente, no se atribuye.
Algo parecido ocurre con los demás matutinos. Ninguno tiene Defensor. La Prensa es el segundo diario – después de La Nación – en otorgarle un espacio importante a las cartas de sus lectores. Tambien Diario Popular brinda un espacio similar. Luego sigue Clarín con media página diaria. El diario, supuestamente progresista, Página/12 edita en su contratapa una pequeña columna, para que un afortunado lector que ha sido seleccionado, exprese su interés. Al resto de los diarios ni siquiera les importa lo que opinen sus clientes: no tienen sección de cartas del lector Ambito Financiero, El Cronista ni Infobae. El diario Crónica, cuyo leit motiv es “junto al pueblo”, tampoco publica cartas de “su pueblo”. Eso sí, la mayoría de los diarios colocan un número de teléfono, para que llamen sus lectores, a quienes no les queda otra que discar y hablar con un operador de turno. Claro que muchas veces... "todos nuestros operadores están ocupados". 

¿Por qué los diarios argentinos no implementan dicha figura? 

Tal vez las respuestas las encontremos entre éstos ejemplos. Al referirse a las dificultades del oficio, Restrepo sostiene en forma genérica que: 

"(...) una de ellas es la lucha para hacer desaparecer un lugar común, que el Defensor, como cualquier Robin Hood, debe asumir, per se, la lucha de los lectores contra el periódico y los periodistas. Es una visión maniquea y simplista en la que el periódico y el periodista aparecen como la banda de los malos y los lectores, como la de los buenos. Como la realidad que el Defensor ve, no es tan simple, porque en cada carta de reclamo encuentra partes de verdad en el lector y otras en el periodista, corre el peligro de ser tildado como débil, temeroso o hábil para quedar bien con todos. Como en las peleas de gallos, de lucha libre o de boxeo, el público quiere ver sangre, contendores que ruedan por el suelo y vencedores que proclaman su victoria sobre la ignominia del enemigo. Sobre esa idea elemental tiene que trabajar el Defensor para construir un criterio que permita ver al lector y al periódico como partes hechas para complementarse y enriquecerse mutuamente. Me he negado a ser árbitro de peleas porque entiendo que debo ser promotor de acuerdos y acercamientos". 

Algunos de esos conflictos, son bien descriptivos: 

El portal Consulmedia destacó que el 29 de septiembre del año pasado, los diarios "The New York Times" y "The Washington Post "enterraron" en un rincón de sus respectivas ediciones las movilizaciones en Londres que convocaron entre 150 y 400 mil manifestantes para protestar por la ofensiva militar que se preparaba contra Irak y en reclamo de paz. En su lugar, los matutinos norteamericanos desplegaron un reclamo contra "la caza de la zorra". El organismo estadounidense de vigilancia de los medios, "Fairness and Accuracy in Reporting (Equidad y Precisión de Informes, FAIR), hizo una declaración pública señalando la intención de ocultar la marcha antibélica en Londres. Getler, el Defensor del "Times" estuvo de acuerdo con FAIR y lo sostuvo públicamente. "Estoy de acuerdo con los lectores sobre éstas quejas. Sin importar lo que uno piense sobre la sabiduría de empezar una nueva guerra, una vez que empiece, será demasiado tarde para ventilar las discusiones que debieron ventilarse antes" puntualizó. 

Restrepo explica cómo se viven las quejas de los lectores en las redacciones: 

"(...) la crítica del lector se mira como una intromisión y el periodista, convencido de la habilidad de los especialistas, ignora o apenas si toma nota de las críticas. La relación periódico - lector es por tanto, de carácter vertical: arriba, directivos y periodistas y abajo, recibiendo en silencio, el lector". 

Añade el autor, que en el mundo de hoy - con el actual avance de las tecnologías de la información - esa realidad, se parece a un grotesco. 

Geneva Overholser, estuvo en 1998, en Buenos Aires para participar de un foro. La ombudsman de "The Washington Post" hizo entonces declaraciones para la revista "La Maga", que pueden leerse en el archivo del sitio web de dicha publicación. Overholser explicó como el "Post" elegía a sus Defensor. Señaló que lo proponían los editores del matutino, por un período de dos años, y que en caso de acuerdo, podía extenderse un año más solamente. "El ombudsman tiene que venir de afuera del diario y debe tener la intención de irse. Eso evita que uno amolde su actitud ante los editores para procurarse un trabajo una vez que termine la gestión" explicó. Añadió que el Defensor puede tener experiencia como periodista y como editor, pero que las normas también permiten que se incorpore alguien que fue funcionario de algún gobierno. Explicó que su función es representar a los lectores del "Post", pero que también escribe informes internos basada en sus propias ideas sobre el diario. En cuanto a los controles internos del diario, enumera las figuras de consejos de lectores, las cartas de lectores y la figura del Defensor, que le permiten al lectorado "darle la seguridad de que el medio escucha a quienes lo leen". Agrega "si no, es muy fácil para todos nosotros creer que estamos más allá de la crítica, que somos los perros guardianes. ¿Y si no hay nadie controlando a los perros guardianes?. Entonces la gente comienza a perder confianza en la prensa". 

Una vez más, la credibilidad de los lectores en sus diarios favoritos está en el eje del problema. 

Si miles o millones de lectores dejaran de comprar un diario, porque consideran que miente o bien su contenido solo apunta a incrementar los negocios de sus accionistas. Si los matutinos violan su propio Manual o Libro de Estilo confundiendo información con opinión para beneficiar al gobierno de turno. Si minimizan hechos o directamente se ignoran. Si un periodista escribe en el matutino información favorable para empresas privadas, porque a su vez, son sus auspiciantes en programas de radio y TV que el mismo periodista conduce o produce. Si un periodista gráfico cobra de espaldas a la redacción y a sus colegas, transformándose en un "operador de prensa". En todos los casos, será el diario el medio que perderá prestigio. Y a la larga la tarea del periodista caerá en la ponderación social. 

Pero no siempre los lectores tienen la capacidad para detectar dichas irregularidades. Tendrían que recurrir a una lectura "cruzada" de dos o tres diarios, comparar los criterios, verificar los datos y aún así, al no existir secciones como las "cartas de lectores" o el "Defensor" no tendrían lugar donde aportar sus observaciones críticas. Se encuentran inermes. 

En julio de 2003, Restrepo estuvo en Buenos Aires, Argentina. Fue invitado por FOPEA, una institución de periodistas argentinos que bregan por la práctica honesta de la profesión y la independencia de criterios. Al referirse a dicha problemática le dijo a la periodista Susana Reinoso del diario La Nación, que: 

"La pena es que el público no ha sido capacitado para hacer esa distinción. Se necesita un lector muy avezado, que haya hecho lectura crítica de los periódicos para advertirlo. Por consiguiente yo veo al lector inerme frente a esa clase de trucos porque se convierten en cómplices de un engaño. Pero, además, son prácticamente desconocidos los derechos del lector". (Publicado en La Nación de Argentina, el 4 de julio de 2003). 

Precisamente Restrepo ha difundido en nuestro continente un decálogo del lector del holandés Cees J. Hamelink. La idea es nutrir al lector de la actitud que tendría que tener, al menos, al enfrentarse a la información de algún medio de comunicación. 

Es el siguiente: 

1 - Ser crítico de los medios. 
2 - Rechazar toda censura. 
3 - Respetar la independencia editorial del periódico. 
4 - Condenar todo estereotipo sexista o racista. 
5 - Buscar fuentes alternativas. 
6 - Exigir suministro plural de información. 
7 - Proteger la propia intimidad. 
8 - Ser fuente fiable de información. 
9 - Ni comprar ni vender información. 
10 - Exigirles cuentas a los responsables de los medios. 

En la Argentina, la venta de periódicos se redujo en los últimos seis años entre un 25 a un 35 %. Los propietarios de medios y algunos editores explican - con mucha razón - que ello se debe a la gravísima crisis económica que atraviesa el país. Pero nadie parece observar que haya una crisis de credibilidad en los medios en general, y en los diarios en particular. Como si el regreso de la Argentina al crecimiento significará la recuperación automática de los lectores perdidos. En el mientras tanto, las empresas periodísticas recurren a los "anabólicos" para enfrentar la caída de las ventas. Así añaden a sus ediciones CD musicales, enciclopedias de las más variadas, colecciones, manuales. El diario Clarín, el mes pasado, llegó incluso a regalarle un paquete de yerba mate a sus lectores junto a una edición dominical. Los lectores son, definitiva, quienes todos los días deciden en que diario van a confiar. Si es que confían en alguno. 

Fuentes: 
  • El Colombiano (Colombia) www.elcolombiano.terra.com.co. En Defensor del Lector. Artículos de Javier Darío Restrepo.
  • Portal Consulmedia. www.consulmedia.com/información/ notas. "Periódicos estadounidenses ocultan cobertura de marcha antibélica".
  • Redacción I. Libros de Estilo. Textos complementarios. Escuela de Comunicación Social. Facultad de Ciencias Políticas y RRII. Universidad Nacional de Rosario. 
  • Fuentes propias del DsD. 
Extraído de http://www.diariosobrediarios.com.ar (30/07/ 2003)