9/4/21

CERDOS & PECES. LA REVISTA DE ESTE SITIO INMUNDO

 



Escribir, con pretensiones de escritor, era algo que siempre me daba vueltas por el marote pero que, como muchas otras pretensiones, quedaban archivadas en una cajita en el ropero de las ilusiones.

En los inicio del 2004 veo publicado en la revista Rolling Stone un aviso de un taller de escritura que Enrique Symns presentaba en Artilaria, un centro de comunicación del barrio de Palermo. El bichito de la escritura volvía a zumbar cerca de la oreja.

El Viejo, así se lo conocía, siempre fue un personaje intrigante y oscuro, la posibilidad de tenerlo mano a mano era muy movilizante. 

Veamos por qué... a finales de los 80, yo tendría 17 años, tomé contacto con su revista, la mítica Cerdos & Peces. Eran los días de la FM Rock & Pop revolucionando la radio en Argentina y de las noches, cualquier noche de la semana, en Cemento.

Adolescentes inquietos creciendo en un ambiente de pocos recursos y escasos estímulos, sin acceso a fuentes de información y amoldados por los parámetros de una sociedad autoritaria encontrábamos en ese pasquín mensual la puerta de entrada a poetas como Rimbaud o Artaud, escritores de la talla de Pessoa, Bukowski o Capote. También decían presente los referentes de la  generación beat, filósofos como Nietzsche o Schopenhauer y bandas de rock sobre las que leíamos pero que difícilmente podíamos escuchar en los medios tradicionales.

Por la revista pasaron el Indio Solari,  Ariel Prat, Zito Lema o Tom Lupo. Alfredo Rosso tiraba data de música, Batato Barea o Fernando Noy pasaban al papel la experiencia del Parakultural, y la lista sigue: Ragendorfer escrutando los policiales pero sin guiarse por la versión de los policias (un estilo novedoso),  Perlongher como vocero del Frente de Liberación Homosexual en Argentina, Gobello y sus crónicas incendiadas, Mariano del Mazo, Schanton, Maitena y Vera Land, la reina.

Las editoriales de Symns, el último chamán de la palabra, conmovían y las notas compartían el rechazo a la dictadura de una moral pacata y recalcitrante. Derribar los tabúes del sexo y las drogas y, sin darle crédito a Foucault, echar luz sobre la operación de pinzas que conjuntamente realizaban las instituciones educativas, religiosas, sanitarias, además de las fuerzas represivas, sobre personas desprotegidas que terminan siendo felices mirando todas las noches las recetas que la TV te vende para ser feliz.

En síntesis: sexo, droga y rock and roll como ejes de una publicación contracultural que se enfrentaba abiertamente a la normalidad instalada.

En su historial aparecen atentados con bombas, clausuras, secuestro de ejemplares o la obligación de editar la revista dentro de una bolsita negra. ¿Por qué tanta saña con una simple revista?  La respuesta está implícita en la pregunta, la Cerdos era muchas cosas, menos un simple revista.  En cualquiera de sus 59 tapas,  distribuidas en cuatro períodos a lo largo de 20 años, es fácil detectar cuál era su temática, quienes eran sus amigos y enemigos. Y esos enemigos no eran gente buena.

En su última etapa, gracias al vínculo que establecí con  Enrique a partir del taller de escritura, publiqué notas en los números 58 y 59. También pude compartir momentos en la pseudo redacción instalada sobre Hipólito Yrigoyen o por las calles de Buenos Aires, casi siempre de noche, y de esa manera pude vivir la Cerdos por dentro.

Hoy tengo en mis manos el flamante número 60, tal vez el último suspiro de un proyecto pasional, alimentado por excesos de todo tipo y siempre del otro lado de lo permitido… por este sitio inmundo.

El cierre, como corresponde, en palabras de Symns: “La revista resultara ser nada más que el gesto imposible de una promesa incumplida. Fuimos príncipes de la oscuridad y ahora somos ciegos de la luz”.

PD: 

Héroe del Whisky 
Disco: Bang! Bang!!... estás liquidado (1989) 
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota 


El manuscrito del tema que Carlos Solari le dedica a Enrique Symns luego de una pelea que se hizo pública.