6/9/08

CLASE DIECISÉIS: LA PRODUCCIÓN SOCIAL DEL SENTIDO

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Instituto Di Tella, Florida 936 (foto Humberto Rivas).

En Argentina durante la década del 60 se reúnen, en el seno del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Torcuato Di Tella, un grupo de investigadores interesados en las posibilidades que la semiótica les ofrecía para desarrollar su trabajo, haciendo dos aportes novedosos al plantear el trabajo interdisciplinario por un lado, y al abrir un nuevo campo de estudio, la ideología de los medios, por el otro.

Gran parte del trabajo desarrollado por el semiólogo argentino Eliseo Verón se centra en los discursos sociales. El autor los define como textos: conjuntos presentes en la sociedad que se componen de diversas materias significantes (escritura e imagen; imagen y palabra; escritura, imagen y sonido).

La comunicación no se resuelve mediante enunciados aislados.  Llamamos texto a la combinación de enunciados que se realiza dentro de los distintos soportes o géneros discursivos: nos encontramos con textos argumentativos, narrativos, expositivos, noticiosos, etc. Dos elementos importantes para tener en cuenta: que el texto marque sus límites a partir de la emisión inicial y de la emisión final y que los receptores puedan darle a ese texto un sentido completo.

“En relación con un conjunto textual dado, y para un nivel determinado de pertinencia, siempre existen dos lecturas posibles: la del proceso de producción (de generación) del discurso y la del consumo, de recepción de ese mismo discurso. Tomando prestado una formula de la lingüística, podemos decir que el funcionamiento de todo discurso depende no de una, sino de dos tipos de “gramáticas”: de producción y de reconocimiento. Estos dos tipos de gramáticas jamás son idénticos.

(…) El concepto de circulación designa precisamente el proceso a través del cual el sistema de relaciones entre condiciones de producción y condiciones de recepción es, a su vez, producido socialmente”.[1]

Esta cita nos remite a la importancia que desde la semiología se le otorga a la instancia de circulación, entendida como el espacio donde los valores sociales inciden tanto en las condiciones de producción y reconocimiento, pero, independientemente de estas, también tiene peso propio a la hora de condicionar el valor relativo de un discurso dado.

El concepto de discurso aparece en escena durante la década del 70 y es un de los elementos que usará Verón para formular su teoría de los discursos sociales: en ella se abarca una serie de hipótesis respecto al funcionamiento de la semiosis social.

Por discurso entenderemos a la serie de elementos que influyen en la construcción de determinados textos y/o enunciados en variados ámbitos sociales. Las condiciones de producción marcan el límite de los discursos que una vez elaborados inician la etapa de circulación.

Podemos hablar del discurso publicitario o del discurso científico, pero en sí no nos referimos a un texto en particular, sino a las condiciones de producción que a su vez regulan la recepción de los textos propios de una esfera social en particular.

En primer lugar debemos mencionar que toda producción de sentido es necesariamente social, ya que no se puede explicar un proceso significante sin atender sus condiciones sociales de producción. Por último debemos tener presentes que todo fenómeno social es un proceso de producción de sentido, independientemente del nivel de análisis: micro o macrosocial (representado por los mass media).

En resumen, nos enfrentamos a una doble hipótesis que afecta el funcionamiento del discurso: todo funcionamiento social implica una dimensión significante y todo proceso de producción de sentido está inserto en lo social.





A la hora de analizar el sentido de los discursos siempre nos enfrentaremos a las huellas que el sistema productivo (producción / circulación / recepción) ha dejado en ellos.


El sentido se construye en todos los momentos de la situación de comunicación: en la producción, en la circulación y en la recepción del mensaje. Verón plantea el concepto de semiosis social, es decir una red que articula y sostiene todos los discursos sociales. Esto sucede porque todo discurso posee en sí rastros de otros discursos, y a su vez al ser leído y escuchado, generan nuevos discursos. El medio a través del cual circulan los mensajes aporta sentido a la construcción original, ya que no es lo mismo que un discurso circule a través de un libro, de la televisión o en una conversación entre amigos.


Las características técnicas de los mass media son importantes, ya que permiten o dificultan distintos tipos de usos. Además del condicionante técnico los medios, sin llegar a la omnipotencia asignada por el funcionalismo y la teoría crítica, funcionan como referentes que marcan los límites dentro de los que circularán los discursos sociales, tratando de reforzar el axioma que reza que lo que no pasa por los mass media no existe.


Como sucede con la comunicación cara a cara, la comunicación masiva no se trata nunca de un mero intercambio de información, sino de un proceso vinculado a la generación de sentido. Refiere, por lo tanto, a los procesos de interpretación y simbolización sociales, es decir a los procesos sociales de semiosis.
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“Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática.
En los países donde los resortes del poder están en manos de la burocracia estatal –mediante el control monopolístico sobre los medios de comunicación, a menudo complementado por la censura oficial- resulta obvio que dichos medios están al servicio de los fines de una determinada elite. Resulta mucho más difícil advertir la actuación de un sistema propagandístico cuando los medios de comunicación son privados y no existe censura formal; en particular cuando tales medios compiten activamente, atacan y exponen con cierta periodicidad los errores del gobierno y de las corporaciones, y se autocalifican enérgicamente de portavoces de la libertad de expresión y de los intereses generales de la comunidad. Lo que ya no es tan evidente (y sigue sin discutirse en los medios de comunicación), es la naturaleza limitada de tales críticas, así como la inmensa desigualdad de los recursos de que disponen y el efecto que tal desigualdad produce tanto en el acceso a una organización de medios de comunicación privada como en su funcionamiento.
Un modelo de propaganda pone el énfasis en esta desigualdad de riqueza y poder, así como en los efectos que ésta produce a diferentes niveles en los intereses y elecciones de los medios de comunicación de masas. Se ocupa también de trazar vericuetos a través de los cuales el dinero y el poder tamizarán las noticias hasta dejarlas listas para su publicación, marginarán las discrepancias y permitirán que el gobierno y los intereses privados dominantes difundan un mensaje adecuado para el público. Los ingredientes esenciales de ese modelo propagandístico o conjunto de nuevos ¨filtros¨ se engloban en los siguientes epígrafes:
• La envergadura, la concentración de propiedad, la riqueza del propietario, y la orientación de los beneficios de las empresas dominantes en el ámbito de los medios de comunicación;
• La publicidad como fuente principal de ingresos de dichos medios;
• La dependencia de los medios de la información proporcionada por el gobierno, las empresas y los ¨expertos¨, información, por lo demás, financiada y aprobada por esos proveedores principales y por otros agentes del poder;
• Las ¨contramedidas¨ y correctivos diversos como método de disciplinamiento a los medios de comunicación;
• El anticomunismo como religión nacional y mecanismo de control.
Estos elementos interactúan y se refuerzan entes sí. La materia prima de las noticias debe pasar a través de sucesivos tamices, tras lo cual sólo queda el residuo ¨expurgado¨ y listo para publicar. Asimismo estos elementos determinan las premisas del discurso y su interpretación, la definición de lo que es periodístico y digno de publicarse, y exponen las bases y el funcionamiento de todo cuanto concierne a una campaña propagandística.”[2]

Semantizacion y articulación


Denominamos proceso de semantización a las operaciones que tienen que realizar los mass media para transformar los hechos y acontecimientos en material apto para su puesta en circulación:

  • La selección: es discriminar de todo el material disponible lo que se procesara para ser comunicado al público. 
  • La combinación: es determinar el orden general del texto y, en lo particular, el montaje o la edición de cada texto en particular.
    Al realizar estas dos operaciones se margina gran parte del material disponible y se jerarquizan los temas a partir de su distribución y orden de aparición.


    El proceso de articulación tiene que ver con la clasificación de los contenidos que cada medio realiza a la hora de organizar el material disponible: en los diarios y revistas encontramos las secciones y suplementos, mientras que en el soporte audiovisual se articula el contenido por programas u horarios.


    Estos y otros elementos de la semiótica nos lleva a considerar la mediatización que realizan los mass media como construcciones ideológicas generalmente basadas en los intereses de las clases dirigentes, siendo sus voceros o representantes, por lo general, las principales fuentes de información con las que se forman la masa crítica de material plausible de ser publicado.


    El investigador y semiólogo holandés Teun van Dijk (1943) comenta, en este mismo sentido, una investigación realizada durante la década de los 80 por la Glasgow University Media Group donde detecta que los responsables de elaborar las noticias para la televisión usan “estrategias de reproducción de los intereses dominante”:


    “A través de un análisis profundo de los programas informativos, son capaces de demostrar que las interpretaciones dominantes de estas huelgas consiguen un sutil trato de favor en las noticias, por ejemplo a través de los planos cercanos y la perspectiva de las entrevistas, u otras estrategias. Esto significa que el punto de vista de los trabajadores no aparece tanto en la pantalla o se encuentra enmarcado en circunstancias menos creíbles. Así, las huelgas se representan, la mayoría de las veces, como problemas para el público (los espectadores de las noticias televisivas): causan retrasos e inconvenientes, mientras que al mismo tiempo contribuyen a aumentar los problemas socio-económicos del país. En una visión de este tipo de las huelgas las exigencias salariales pueden únicamente interpretarse como una conducta irracional.


    (…) De esta manera, un análisis del estilo del léxico demuestra que sistemáticamente se presenta a los trabajadores efectuando demandas y a los diferentes industriales presentando ofertas. De esta y de otras maneras, incluso el lenguaje de las noticias expresa asociaciones sutilmente positivas y negativas con respecto a los protagonistas que se hallan involucrados en las noticias.”[3]


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    Referencias:
    [1] La semiosis social. Verón, Eliseo. Editoral Gedisa. Buenos Aires. 1987. Citado en Seis semiólogos en busca de un lector. Zecchetto, Victorino (coordinador). Ediciones CICCUS. Buenos Aires. 1999.
    [2] Los guardianes de la libertad. Chomsky, Noam y Herman, Edgard. Editorial Crítica. Barcelona. 1990.
    [3] La noticia como discurso. Van Dijk, Teun. Paidós Comunicación. Barcelona. 1990. Citado en La comunicación social. Sarro, Mabel y Dellamea, Amalia. Editorial Docencia. Buenos Aires. 1993. 


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