14/9/08

CLASE ONCE: ORIGEN Y TRANSFORMACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA



Una fotografia de Jurgen Habermas de 2018

Jurgen Habermas es el miembro más importante de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. En “Historia y crítica de la opinión pública” (1962) analiza el nacimiento de la publicidad y la opinión pública modernas (entre el siglo XVII y XXVIII), sus transformaciones y su declive en el siglo XX.


"El orden político descansa, como es sabido, en una economía esclavista de forma patrimonial. Los ciudadanos están descargados del trabajo productivo, pero la participación en la vida pública depende de su autonomía privada como señores de su casa. 
(...) La posición en la polis se basa, pues, en la posición del oikodéspota. Bajo la cobertura de su dominio se realiza la reproducción de la vida, el trabajo de los esclavos, el servicio de las mujeres, acontece la vida y la muerte; el reino de la necesidad y de la transitoriedad permanece anclado en las sombras de la esfera privada. Frente a ella se alza la publicidad, según la autocomprensión de los griegos, como un reino de la libertad y de la continuidad.
(...) La «publicidad» propiamente dicha hay que cargarla en el haber del ámbito privado, puesto que se trata de una publicidad de personas privadas. En el seno del ámbito reservado a las personas privadas distinguimos, por consiguiente, entre esfera privada y publicidad. La esfera privada comprende a la sociedad burguesa en sentido estricto, esto es, al ámbito del tráfico mercantil y del trabajo social; la familia, con su esfera íntima, discurre también por sus cauces. La publicidad política resulta de la publicidad literaria; media, a través de la opinión pública, entre el Estado y las necesidades de la sociedad."[1]


Habermas entiende la publicidad como lo público: el carácter público de algo. Es decir, no le adjudica el significado vulgar de anuncio cuyo objetivo es promover la venta de bienes y servicios.

La publicidad, propia de la edad media y del feudalismo, se basa en la representación y escenificación pública del poder. Se cree en la superioridad “natural” del señor feudal, el rey o el papa, y eso se representa a través de un despliegue simbólico.


En el siglo XVII, con la conformación de los Estados nacionales y la opinión pública moderna, nace la publicidad basada en un principio diferente: poner en conocimiento de la opinión pública la información que atañe al interés general. Esto constituye la noción moderna de esfera pública, donde la prensa tiene un papel decisivo.


La prensa y la información modernas nacen en el siglo XIV vinculadas a la función económica: brindar información actualizada para orientar la actividad de los comerciantes. Las transformaciones sociales y políticas entre los s. XVI y XVIII (principalmente Francia e Inglaterra) amplían las funciones de la prensa que se sustraen, en parte, de la esfera del mercado.

En este período de grandes cambios, que tienen su pico en la revolución francesa de 1789, los periódicos se convierten en espacios de discusión y de búsqueda de influencia política. De este modo los distintos grupos de la naciente burguesía toman partido por una u otra posición política. Así se construye la opinión pública ilustrada.

El espacio público moderno es un espacio de mediación entre el estado y la sociedad:

."Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada está fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción de espacio público.
(...) Los ciudadanos se comportan como público, cuando se reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del espacio público.
(...) Hablamos de espacio público político, distinguiéndolo del literario, cuando las discusiones públicas tienen que ver con objetos que dependen de la praxis del estado. El poder del estado es también el contratante del espacio público político, pero no su parte. Ciertamente, rige como poder «público», pero ante todo necesita el atributo de la publicidad para su tarea, lo público, es decir, cuidar del bien general de todos los sujetos de derecho. Precisamente, cuando el ejercicio del dominio político se subordina efectivamente a la demanda pública democrática, logra el espacio público político una influencia institucional en el gobierno por la vía del cuerpo legislativo. El título «opinión pública» tiene que ver con tareas de crítica y de control, que el público de los ciudadanos de un estado ejercen de manera informal (y también de manera formal en las elecciones periódicas) frente al dominio estatalmente organizado."[2]
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La opinión pública y la publicidad burguesas se basan en la discusión y el intercambio de argumentos entre individuos privados (pero en carácter de sujetos públicos), en la confrontación de ideas y de opiniones ilustradas. Esta comunicación se realiza principalmente a través de la prensa.
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La refeudalización de la esfera pública

La opinión pública comienza a experimentar su declive a finales del siglo XIX, cuando lentamente comienza a eclipsarse el espacio público.

A igual que en sus orígenes, estas transformaciones se expresan en la prensa:
- Los periódicos se constituyen en empresas comerciales.
- Proveen información y entretenimiento.
- Obtienen ganancias a través de la venta de anuncios publicitarios.


Esta tendencia se consolida con la aparición de los mass media audiovisuales durante el siglo XX. Habermas observa que cuando las leyes de mercado se introducen en la publicidad la persuasión reemplaza el intercambio de argumentos. De esta manera la comunicación política deja de fundamentarse en la razón: la publicidad crítica se transforma en publicidad manipuladora, construida a partir de estudios de marketing y preferencias de los consumidores.


Las emisiones de los nuevos medios contribuyen a cercenar, sin comparaciones posibles con las comunicaciones impresas, las reacciones del receptor.


Atraen al público de oyentes y espectadores, privándoles de la posibilidad de hablar y replicar. A este proceso de subordinación se lo denomina refeudalización de la esfera pública.

La expresión refeudalización alude a la publicidad de la Edad Media. En esa época los signos del poder o la imagen de superioridad se imponen a los argumentos. Ese concepto publicitario, según el intelectual alemán, se recrea en el presente bajo las formas que le imprimen las técnicas y los mass media.


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Referencias:

[1] Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Jurgen Habermas. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. 1981.
[2] Kultur und Kritik (Cultura y critica). Jurgen Habermas. Editoral Suhrkamp. Frankfurt. 1973.

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