14/7/23

HACER O NO HACER... ESA ES LA CUESTIÓN


En una época sobresaturada de discursos, de todas formas y colores, que compiten por nuestra atención, tomar la decisión de ponernos el traje de "realizador" de contenidos nos enfrenta al abismo de la incertidumbre... ¿encontraremos alguien que esté interesado en lo que hacemos? ¿superamos la media de calidad para tener reconocimiento público?

El tema de la "calidad" no es menor, ya que siempre vamos a pretender acercarnos a los referentes que tenemos en el área en la que nos desenvolvemos.

Si la idea es stremear en Twitch todos queremos tener el carisma (y el setup) de Ibai Llanos, si la intención es hacer un podcast de entrevistas ansiamos el timing y las ocurrentes preguntas de Rebord o Migue Granados. Si a la hora de escribir un newsletter ponemos la vara a la altura del "Diario de la Procrastinación" de Diego Geddes... Si estos son los espejos en los que nos miramos, es evidente que tenemos un grave problema.

Escuchando el episodio número 151 del podcast "No Stupid Questions" (No hay preguntas tontas), que se titula "Is it Okay to be Average?" (Esta bien ser común?) me encontré con una pregunta más que inquietante: ¿es necesario compararnos con el que está en la cúspide, con el tope de gama, con el "más mejor"?

Es interesante como Angela Duckworth se especula sobre el perfeccionismo y cómo esas expectativas maximizadas que cargamos en nuestra mochila la hace tan pesada que nos impide movernos.

En el podcast dicen que la actitud de medir todo a partir de una calidad "profesional, repercute en que las personas tengan cada vez menos hobbies, ya que nos estamos acostumbrando a dejar de hacer, o no animarnos a empezar, actividades o proyectos en los que, probablemente, nos vaya mal o no lo logremos ser muy buenos.

Es parte del espíritu de época... como un freno que nos impide hacer una variedad de cosas y que nos obliga a vivir con la frustración de lo que no fue antes de la frustración por lo que salió mal. Es como una autoprofecia cumplida: para que lo voy a intentar si ya sé que lo voy a hacer mal.

En una sociedad que nos impone modelos vitales basados en el éxito, dónde sos un fracasado si no llegas al cargo más importante, a ser el que más seguidores tiene o a la cuenta bancaria más abultada, correrse de la competencia permanente y aceptar el mundo de lo posible seguramente nos hará vivir menos estresados y más humanizados.

Entonces, ¿por qué no estremear, grabar un podcast o despuntar nuestra creatividad en un blog o una newsletter... aunque tengamos poca audiencia? Espero que te animes, que disfrutes, te rías y la pases bien, que de eso se trata, un poco, estar vivo.