10/9/08

CLASE TRECE: LA HORA DE LOS ESTUDIOS CULTURALES


Antonio Gramsci

Comunicación, cultura y hegemonía
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Muchos de los obstáculos para comprender el funcionamiento de la industria cultural y los mass media, propios de las posiciones apocalípticas [1] , se deben a las dificultades para aprehender la diversidad de dimensiones que intervienen en estos fenómenos.

La industria cultural recurre a maneras muy complejas para incluir intereses de las audiencias y los sectores populares.

Para Raymond Williams no existe una cultura homogénea. En “Culture and Society” (1958) plantea la existencia de diversos actores sociales y clases, con sus prácticas y experiencias específicas, que dan lugar a la existencia de diversas culturas que se relacionan entre sí, aunque no todas tienen la misma cuota de poder o legitimidad. Por eso existen culturas subalternas [2] .
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La cultura es un proceso global donde las significaciones se construyen socialmente. Este proceso incluye las artes, la literatura y las ideas conscientes de una época, pero también las prácticas cotidianas de todos los sujetos. Estas experiencias no pueden darse por fuera de la cultura de masas y los mass media.

A través de este marco teórico Williams analiza los mass media, en especial la prensa popular. Se detiene especialmente en la relación de esta con el mundo cultural de los sectores a quien va dirigida: los modos de narrar de esa prensa están muy ligados a las prácticas de la cultura popular, sus experiencias y su manera de vivir las relaciones sociales. Williams rescata la noción de hegemonía trabajada por el filósofo marxista Antonio Gramsci (1831-1937), encarcelado en 1926 por el régimen fascista de Mussolini, por lo que el resto de su vida, y prácticamente toda su obra teórica (los famosos Cuadernos de la cárcel, publicados recién a partir de 1948 en Italia), se desarrolla en el encierro. [3]




Para Raymond Williams la hegemonía retoma el proceso por el cual ciertas significaciones son aceptadas como legítimas y actúan forjando las identidades y los valores sociales, permitiendo que una clase predomine sobre otra. En este proceso la cultura es importante, ya que cumple una función integradora y unificadora. Los distintos grupos y clases sociales aceptan como legítimos ciertos valores y significaciones, aunque esto suponga mantener ciertas desigualdades.

“A menudo el concepto de hegemonía, en la práctica, se asemeja a estas definiciones; sin embargo, es diferente en lo que se refiere a su negativa a igualar la conciencia con el sistema formal articulado que puede ser, y habitualmente es, abstraído como «ideología». Desde luego, esto no excluye los significados, valores y creencias articulados y formales que domina y propaga la clase dominante. Pero no se iguala con la conciencia; o dicho con más precisión, no se reduce la conciencia a las formaciones de la clase dominante, sino que comprende las relaciones de dominación y subordinación, según sus configuraciones asumidas como conciencia práctica, como una saturación efectiva del proceso de la vida en su totalidad; no solamente de la actividad política y económica, no solamente de la actividad social manifiesta, sino de toda la esencia de las identidades y las relaciones vividas a una profundidad tal que las presiones y límites de lo que puede ser considerado en última instancia un sistema cultural, político y económico nos dan la impresión a la mayoría de nosotros de ser las presiones y límites de la simple experiencia y del sentido común. En consecuencia, la hegemonía no es solamente el nivel superior articulado de la «ideología» ni tampoco sus formas de control consideradas habitualmente como «manipulación» o «adoctrinamiento». La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida: nuestros sentidos y dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo. Es un vívido sistema de significados y valores -fundamentales y constitutivos- que en la medida en que son experimentados como prácticas parecen confirmarse recíprocamente. Por lo tanto, es un sentido de la realidad para la mayoría de las gentes de la sociedad, un sentido de lo absoluto debido a la realidad experimentada más allá de la cual la movilización de la mayoría de los miembros de la sociedad -en la mayor parte de las áreas de sus vidas- se torna sumamente difícil. Es decir que, en el sentido más firme, es una «cultura», pero una cultura que debe ser considerada asimismo como la vívida dominación y subordinación de clases particulares”. [4]

Pero la hegemonía, entendida como este proceso, puede ser puesta en cuestión, resistida, por lo tanto necesita recrearse y renovarse constantemente.
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Arcaico, Residual, Emergente

Raymond Williams
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Williams sostiene que la cultura es un cuerpo de prácticas y significaciones que pueden contribuir tanto a la reproducción de lo existente (la aceptación o la legitimación de determinados mensajes, valores y significaciones) como a su impugnación o transformación. Es decir: no hay homogeneidad.
Desde esta concepción propone construir una herramienta para el abordaje de esta compleja dinámica cultural y comunicacional. Define así una tipología de las formaciones culturales:
  • Lo arcaico es lo que sobrevive del pasado, en cuanto pasado y objeto de rememoración.
  • Lo residual es lo que, formado en el pasado, se encuentra en el proceso cultural del presente. Puede ser incorporado a la cultura dominante o ser una reserva de oposición o impugnación que represente una alternativa.
  • Lo emergente es lo nuevo, lo innovador de las prácticas y los significados. No es exclusivamente alternativo ni funcional.
Sin dudas este aporte de Williams es invalorable, ya que al desmontar los discursos hegemónicos, emergentes y residuales del siglo XIX expone como esa pugna de discursos y líneas de pensamiento coinciden con el poder. Estas expresiones simbólicas que entran en conflicto se contaminan. Para Williams los conceptos Residual y Emergente, son sus modos de nombrar lo hegemónico y lo dominante, su relación entre los discursos, el poder y la historia, como memoria
viva, en proceso, que supone que hay líneas de pensamiento, estéticas o 
prácticas que son elegidas por el aparato cultural que lo apoya.


El efecto ideológico
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Stuart Hall, que toma la dirección del CECC en 1973, propone un modelo dinámico para pensar el proceso de comunicación mediática. Con aportes del marxismo, la teoría de la ideología y la semiología da cuenta de las relaciones de poder y la lucha por la hegemonía en la que los estudios culturales habían enmarcado el funcionamiento de los mass media y su función ideológica. (Ver un fragmento de "Codificar y decodificar").
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Se parte de la base que un hecho se puede codificar de más de una manera. Cuando en la decodificación se acepta la codificación propuesta en la instancia de la emisión, como si fuera lo natural, se produce el efecto ideológico.
Este efecto consiste en disimular las prácticas de codificación. Al sugerir siempre una lectura preferente de los mensajes los mass media producen este efecto.

A partir de la llegada de Stuart Hall a la dirección del CECC se habla de un cambio de paradigma en la orientación de los estudios culturales: del paradigma humanista, inspirado en los estudios literarios, al paradigma estructuralista inspirado en el psicoanálisis y la teoría social marxista.


Esta contraposición podríamos conceptualizarla de la siguiente forma: mientras que en el paradigma humanista la cultura es vista como anclada en la subjetividad de los actores sociales, en el paradigma estructuralista la cultura es un producto anclado en aparatos institucionales.


El punto de partida de los estudios culturales ya no son los valores, las expectativas y los comportamientos de los obreros o de cualquier sujeto social en particular, sino los dispositivos a partir de los cuales los bienes simbólicos (la cultura) son producidos y ofrecidos al público como mercancía. El análisis de la cultura se convierte de este modo en una crítica del capitalismo. Ahora bien, no cabe duda que en este cambio de paradigma, la influencia teórica más relevante fue la del filósofo francés Louis Althusser (1918-1990).


El interés de Hall por Althusser se debió sobre todo a su forma de abordar el problema de la ideología. De hecho, la ideología se convirtió en la categoría analítica más importante de los estudios culturales en los años setenta, lo cual permitió a Hall y sus colaboradores entender la cultura como un dispositivo que promueve la dominación o la resistencia. Los estudios culturales empiezan a ver la sociedad como una red de antagonismos en la que instituciones como el Estado, la familia, la escuela y los medios de comunicación juegan como mecanismos de control disciplinario sobre los individuos. [5]


Los productos simbólicos se convierten así en un campo de batalla en el que diferentes grupos sociales disputan la hegemonía sobre los significados.


Sin embargo, a partir de la popularización de los estudios culturales en los EE.UU. durante la década de los ochenta podemos hablar del comienzo de una tercera etapa marcada por su creciente distanciamiento de la teoría crítica marxista.


La gran aceptación curricular que han tenido los estudios culturales en universidades norteamericanas de elite, así como su correspondiente éxito editorial, corren paralelos a este proceso de limpieza de sus elementos marxistas. Lentamente los referentes teóricos se desplazan.


En esta etapa comienza a considerarse que, además de las desigualdades de clase, existen otras diferencias que son constitutivas de las desigualdades entre los grupos. Así ganan espacio los estudios de género, étnicos, de raza y generacionales entre otros tantos.


Como resultado de estas expresiones comienzan a estudiarse las representaciones sobre estas minorías que circulan en los mass media. De esta forma revelan los modelos sociales que proponen los mass media: la cultura blanca, patriarcal y machista.

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La recepción en los estudios culturales
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Una de las premisas de los estudios culturales de esta escuela sostiene que los medios de comunicación cumplen un rol central en la construcción y el mantenimiento de la hegemonía social.

Esta hegemonía debe ser reforzada continuamente porque es un proceso abierto y nunca asegurado, ya que puede ser resistida e impugnada.

Así los medios se convierten en un escenario clave para la lucha por la hegemonía, transmitiendo ciertas maneras de comprender la realidad, interpretar los hechos y proponiendo estilos de vida.

Stuart Hall elabora, desde esta perspectiva y basándose en su modelo de codificación / decodificación, una tipología sobre la actividad de la audiencia.
  • En la lectura dominante se interpreta el mensaje siguiendo el modelo en que se fue codificado. El receptor asimila los valores y opiniones hegemónicas que le son propuestas.
  • En la lectura negociada se mezclan elementos adaptativos y oposicionales. La audiencia acepta las definiciones generales y las totalizaciones hegemónicas, pero elabora sus propias premisas.
  • En la lectura oposicional las audiencias rechazan la codificación propuesta.
Para Hall el receptor interpreta los mensajes no desde sus motivaciones psicológicas sino que esta determinado por su posición en la sociedad y la pertenencia a grupos sociales que establecen los códigos de interpretación y decodificación. Y si bien Hall es crítico del modelo lineal de comunicación, no descuida el poder de los medios para sugerir siempre una lectura preferente vinculada a los valores dominantes.
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Los estudios sobre la recepción de los mass media: la etnografía de las audiencias
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En términos generales, en las ciencias sociales, se usan dos técnicas de investigación social: las cuantitativas y las cualitativas. Ambas estrategias su utilizan de manera complementaria para enriquecer los resultados de las investigaciones sobre recepción de medios.
  • Técnicas cuantitativas: a través de encuestas cerradas, esta técnica mide y clasifica los tipos de consumo de medios, las horas de exposición y las conductas relacionadas. Luego las vincularon variables demográficas como la clase, la edad, el género y el nivel de ingresos. De esa manera saca algunas conclusiones que son siempre de tipo general.
  • Técnicas cualitativas: se interesa en el sentido que las personas le dan a sus prácticas y experiencias cotidianas, además de los factores que influyen en el significado que se le da a los medios. Sus conclusiones son particulares y buscan profundizar las diferencias antes que establecer generalizaciones.
En los últimos años los estudios en comunicación han dado gran relevancia a las técnicas cualitativas. Con ellas es posible acercarse con mayor precisión a las percepciones, actitudes y opiniones de las audiencias. La complejidad de este tipo de técnicas requiere de una amplia variedad de métodos para obtener datos, entre las que podemos mencionar a las entrevistas en profundidad, las entrevistas grupales focalizadas o focus group [6], los estudios de casos y la observación participante y no participante.
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Referencias:

[1] El semiólogo italiano Umberto Eco publica en 1965 Apocalípticos e Integrados. Los llamados “apocalípticos” consideran a la cultura de masas como “anticultura”. Reivindican la cultura escrita, los valores culturales como privilegio de una sola clase social y las artes superiores como patrón cultural. Condenan todo aquello que tenga que ver con las nuevas tecnologías y su empleo en el arte, rechazando la distribución masiva de información o productos culturales, partiendo del prejuicio de considerar que la cultura de masas es mala solo por el hecho de que sea industrial. En contraste, los “integrados” son aquellos que creen de manera optimista que experimentamos una magnífica generalización del marco cultural, y defienden este fenómeno ciegamente. Están convencidos de las bondades de las nuevas tecnologías, y suponen que la circulación libre e intensiva de productos culturales facilitaran un futuro más libre y prometedor. En realidad esta postura adolece de una visión crítica: ¿Qué intereses políticos y económicos deciden cuales son las manifestaciones culturales dignas de ser consideradas parte de cultura masiva? ¿Quines las producen? ¿Con que intención?
[2] Entendemos por culturas subalternas a subculturas, grupos de personas cuyos valores y estilos de vida difieren de la cultura de corriente dominante o hegemónica, lo cual unifica al grupo y crea una identidad para sus miembros. Las subculturas pueden abarcar total o parcialmente estilos de vida y pueden estar en abierta oposición a la cultura dominante. También pueden convivir con ella como una alternativa complementaria y no opositora.
[3] Gramsci entiende por hegemonía, a diferencia de la dominación que se ejerce sobre adversarios y mediante la violencia, como un proceso de dirección política e ideológica en el que una clase o sector social se apropia de las instancias de poder en alianza con otras clases, admitiendo espacios donde los grupos subalternos desarrollan prácticas independientes y no siempre funcionales para la reproducción del sistema. El grupo dueño del poder en la sociedad siempre insiste en que la discusión intelectual debe tener lugar en la clase de lenguaje que él usa y comprende, que representa su forma de ver, interpretar y dominar el mundo. La cultura no puede pensarse por fuera del conflicto social y de las relaciones de poder. Hablar de ese conflicto es hablar de la dominación y el consenso.
[4] Marxismo y literatura. Williams, Raymond. Editorial Península. Barcelona. 1980.
[5] Louis Althusser publica en Portugal “Ideología y aparatos ideológicos del Estado(1974). La función de estos “aparatos” es asegurar la adhesión inconsciente de los individuos a los valores que definen la estructura social y despliegan los mecanismos de la dominación social. Junto a los medios, esa misión es cubierta por la escuela, la iglesia, el arte, los deportes y la familia. Los medios articulan el sistema de relaciones y dan significado a la estructura social, argumentando la dominación o el liderazgo cultural a través de su capacidad de seducción y persuasión para la implantación de los valores dominantes (políticos, económicos y religiosos), la creación de una opinión favorable, la inducción de hábitos, etc. Los aparatos ideológicos forman parte de una estructura de instrumentos redundantes que permiten establecer las posiciones dominantes sin recurrir a los aparatos represivos convencionales, que en este caso son exclusivos del Estado, como las fuerzas armadas o la policía.
[6] Investigación cualitativa, mediante entrevista personal, en la que se reúne un grupo de 8 a 12 personas que tengan las características deseadas, y se les pregunta sus opiniones sobre una cuestión, idea o producto. El moderador y el grupo discuten directamente sobre el tema a investigar, poniendo énfasis en las necesidades, percepciones, sentimientos, y preferencias de los participantes.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias! maravillosos aportes !