13/12/10

MILITANCIA, VOLUNTARIADO Y OTRAS YERBAS


Foto: Presidencia de la Nación

El año político que cerramos estuvo marcado por la muerte de Néstor Kirchner. Un tópico se hizo recurrente en las crónicas y los análisis que trataron de dar cuenta del estado de situación: el regreso de la “juventud” a las calles, la densidad que ese colectivo denominado genéricamente como “militancia” sumaba día a día.
Este cuadro de situación nos lleva a reflexionar sobre el significado de la palabrita de marras: que entendemos por “militancia” o, por decir casi lo mismo, que es hoy por hoy un “militante”.
La definición enciclopédica nos dice que militancia “se puede generalizar como la acción o la actividad sostenida con intención de efectuar un cambio de índole social o político, usualmente dirigida a favor de una postura particular dentro de una disputa o controversia”. También se puede entender como “la acción de participar en una causa, grupo o ideología. Dicha participación suele tener un matiz de actividad intensa”.
A partir de estos elementos podemos delimitar varios campos de acción para los militantes del siglo XXI:
- Causas puntuales, como la promoción de leyes a favor de las minorías (matrimonio igualitario) o la condena de delitos de lesa humanidad. Es de destacar como los opuestos a estas iniciativas también se pueden considerar activistas o militantes, a pesar de la connotación negativa que una figura como María Cecilia Pando, por lo cual debemos estar dispuestos a utilizar la hermenéutica para entender el sentido actual del termino (desafío en el cual nos embarcamos más adelante).
- Movimientos políticos, que son sin duda el tópico más cercano al sentido tradicional.
- Actividades solidarias, reconocidas como el espacio de “militancia social”.


Es recurrente observar como en las últimas décadas cierto sector del conglomerado mediático realizo un trabajo muy efectivo para asociar a la figura del militante político a un sentido negativo. Esta construcción era paralela, obviamente, a la que se realizaba con la actividad política en general, tiñendo de sospecha toda manifestación de vocación militante, invirtiendo el cargo de la prueba. El político, o el aspirante a serlo, tiene que comprobar a priori que es honesto y capaz, siendo solo esta actividad la que se somete a tal escarnio, del cual están exceptuados, entre otros, los periodistas que fijan las reglas y dan los veredictos (situación bien reflejada en esa figura retórica que reza “ser juez y parte”).
Pero la operación de descrédito no se queda solo en la militancia o el político profesional, va más allá, llega hasta el pez gordo: el estado. Que es pesado, burocrático, ineficiente, elefantiásico, propenso a los peajes, y la lista sigue…
A la vez que se bajaba el pulgar a lo “político” se construía como antítesis la figura de lo “solidario”, siendo su héroe el “voluntario”.
Eduardo Blaustein en una nota de Miradas al Sur desanda el camino en el retrato mediático “virtuoso” del trabajo voluntario y el silenciamiento de la labor del Estado en las aéreas de educación, salud, viviendas y seguridad social. Habla de “una cuestión de invisibilización y de escala” para dar cuenta de la desigualdad de la vara con que se mide ambos ámbitos.
Este año reflexione recurrentemente sobre estos conceptos ya que desde marzo a noviembre desarrollé una actividad donde, desde el rol de facilitador, tenía la responsabilidad de acompañar a un grupo de adolescentes en sus primeros pasos en el campo del voluntariado.
Al sentir la docencia como mi espacio de militancia, ¿les gusta la figura de una barricada intelectual?, en el camino recorrido era imposible no detenerse en la capacidad que tienen los medios de generar sentido a partir de la construcción de un relato que trata de dar cuenta no solo de la “actualidad” sino de una manera de entender las relaciones y los conflictos sociales. El sentido construido nunca es “casual”, siempre es premeditado y se explica a partir de los intereses (económicos, sociales y políticos) del medio en cuestión.
Es así como me enfrente al desafío de rescatar la figura del voluntariado tratando de anular el aura angelical que los medios fueron construyendo en los últimos años y rescatando el carácter netamente político que toda acción de cualquier voluntario tendría que tener: trabajamos junto al otro, no para el otro.
Recorremos un camino juntos, recorrido en el que ganamos todos.
En el blog voluntariadoenellorca.blogspot.com quedó plasmada la bitácora de la experiencia, espero que les sea útil a los que se están por aventurar por estos sinuosos caminos de los que uno nunca sale indemne: nunca somos los mismos después de recorrerlos.
Comparto con Uds. un video que pretende ser una síntesis de la actividad.