21/1/10

LA CONJURA DE LOS NECIOS

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Con el verano parece que por fin vamos a tener posibilidades de leer el material que nos va quedando rezagado según avanzan las hojas del calendario... aunque generalizando podemos afirmar que las vacaciones nos despierta la fantasía de ponernos al día con todo lo que vamos relegando. Pero en esta oportunidad quiero focalizar en la lectura y dejar de lado los textos académicos para recomendarles una novela que como señaló Greil Marcus en la revista Rolling Stone, “se ha reseñado en todas partes, y a todos los críticos entusiasmo. Por una vez, todos tenían razón.”
Se trata de "La conjura de los necios" (A Confederacy of Dunces) de John Kennedy Toole, un escritor que se suicido a los 32 años, aparentemente, por las reiteradas negativas de varias editoriales para publicar su novela. El título de la obra remite una cita de un texto de Jonathan Swift, uno de los principales referentes en el oficio de la literatura y el periodismo: "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconocerán por este signo: todos los necios se conjuran contra él".
Al terminar la novela es imposible no pensar que el título, también, se refiere a la vida de su autor. Escrita en los primeros años de la década del 60, principalmente durante el transcurso del servicio militar que Kennedy Toole realizó en Puerto Rico, el rechazo que sufrió en vida contrasta con el reconocimiento póstumo. En 1981 la novela recibió el Premio Pulitzer, ingresando con ese respaldo a la lista de best sellers en varios países y teniendo una venta sostenida hasta la actualidad en los distintos idiomas a la que fue traducida.
El protagonista de la historia es Ignatius J. Reilly, un típico antihéroe que se ve obligado a buscar un trabajo con el solo objetivo de saldar una deuda generada por un accidente automovilístico protagonizado por su madre.Ambientada en Nueva Orleáns, la historia se puede leer como una crítica furtiva contra la clase media norteamericana desde la óptica de un idealista paranoico que vive encerrado en su habitación, de la que solo sale por obligación, y que pretende escribir una obra monumental que eche luz sobre las atrocidades sociales del siglo XX, tan carente de “teología y geometría” como de “decencia y buen gusto”, un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada, como se lo define en la contratapa de la edición en castellano.
En el prólogo de la novela el escritor Walker Percy cuenta que la madre de Kennedy Toole encuentra el manuscrito años después del suicidio de su hijo y luego del rechazo de distintas editoriales se puso en contacto con el para que leyera la novela y tramitara su publicación. Percy acepta leer el material solo para terminar con el acoso de una señora que constantemente le insistía con la calidad de la novela, pero su sorpresa fue mayor cuando comenzó a recorrer sus páginas: no podía creer que la obra fuera tan buena.
A continuación comparto con ustedes un fragmento de un artículo de Jorge Herralde, fundador y director de la Editorial Anagrama, en el cual relata como obtuvo los derechos para publicar “La conjura de los necios” en lengua española:

"Cuando recibía los catálogos semestrales de Louisiana University Press, esperaba encontrar las informaciones habituales: libros sobre jazz o los campos de algodón o los barcos que bajaban, con sus fulleros a bordo, por el Mississippi. Pero de pronto hubo una excepción: se anunciaba la única novela publicada por dicha editorial universitaria, A Confederacy of Dunces, de John Kennedy Toole. En el catálogo se reproducía el texto del prestigioso novelista Walker Percy, que figura como prólogo del libro, en el que cuenta cómo, estando en su despacho de la editorial, entró una señora con un paquetón de cuartillas de una novela de su hijo, John Kennedy Toole, quien no logró que se publicase, pese a ser genial, y que al fin se suicidó. Percy cuenta su lógica prevención ante el mamotreto inédito y cómo quedó fascinado por su lectura; ese texto de presentación era muy excitante, por lo que decidí pedir una opción. Nos enviaron el libro, advirtiéndonos que teníamos una segunda opción, otra editorial española acababa de pedir la primera. Estuve en vilo varias semanas, ya que la novela era tan estupenda (y divertidísima) como prometía Walker Percy. Finalmente la otra editorial (no supe cuál era hasta bastantes años después) no se decidió, pasé una modesta oferta de mil dólares, que fue aceptada, se puso la traducción en marcha y en la primavera del 82 publicamos La conjura de los necios con una primera tirada de 4.000 ejemplares."
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Por último los dejo con un fragmento del libro o la posibilidad de bajarlo completo aquí. Aunque la mejor opción es siempre tener el libro a mano para disfrutarlo con todos los sentidos...

"(…) Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que esta bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria. Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza."
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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cuántos seremos como Ignatius? Como dice Bourdieu: "Constancia y rutina pueden ser cosa de individuos, innovación y revolución pueden ser obra de los grupos." Siento temor leer el libro al reflejarme tanto en un pequeño fragmento, y me pregunto: ¿Tendré el espíritu muy bien templado, o será que solo me quedan 4 años de vida?