Se aproximan los exámenes y hay temas complejos de abordar, por ende su preparación se dificulta. Pensando en uds., sufridos alumnos, comparto este “Cuarteto de la plusvalía”, la ficha técnica y una nota de su autor e intérprete, Gabriel Belek!.
Letra: Aizenberg - Belek - Ferrari.
Sobre la música del paso doble "Quitapenas" de O. Manduca
Disco: "Mascavino Dream" para bajar y escuchar online: http://belek.bandcamp.com
Idea: Marina Villordo, Gabriel Belek
Dirección: Matias Ronsingana
Edición: Juan Ignacio Araujo
Arte: Paola Bellato
Juego de cartas: Marto Aronowicz
Participan: Vare, Juan Ignacio Mota, Marto Aronowicz, Leandro
En el papel especial de "Pantera": Mauro e Ignacio Ferrari
La canción es parte de "Mascavino Dream": Grabado y producido en Libra Music por Pablo Jaite.
Ficha:
Sobre la música del paso doble "Quitapenas" de O. Manduca
Disco: "Mascavino Dream" para bajar y escuchar online: http://belek.bandcamp.com
Idea: Marina Villordo, Gabriel Belek
Dirección: Matias Ronsingana
Edición: Juan Ignacio Araujo
Arte: Paola Bellato
Juego de cartas: Marto Aronowicz
Participan: Vare, Juan Ignacio Mota, Marto Aronowicz, Leandro
En el papel especial de "Pantera": Mauro e Ignacio Ferrari
La canción es parte de "Mascavino Dream": Grabado y producido en Libra Music por Pablo Jaite.
Cuando llegué a la facultad me di cuenta de una cosa, que la gente podía tener padres universitarios. En mi casa siempre hubo una conciencia lisa y llana que éramos (y que somos) de la clase trabajadora y negros (si, aunque mi viejo se llamase Mauricio “Samuel” Belek). Mi vieja es una negra cordobesa, hija de un peón rural que devino en un pequeño panadero, y que, ahora jubilada, fue portera de escuela y empleada municipal. Mi viejo era trabajador del cine y dirigente del SICA. Ir al sindicato y sus actividades, la discusión política a los gritos entre mis viejos era moneda corriente. Paradójicamente mi vieja, la negra, es gorila (progre, pero gorila al fin) y el ruso del Once era peronista y sindicalista –si, funcionan esas cosas, pensar que hay gente que se separa porque le ceban un mate frío-. A pesar de esas diferencias políticas, superficiales o no tanto, nos educaron en forma laica, nacional y popular. “Dios no existe”, “La Unión Soviética no es mala como dicen, los yanquis son los malos”, Lenin, Marx, Perón, Evita, Irigoyen, la revolución Rusa la segunda guerra mundial, y acá me quiero detener Espartaco, la represión de Vasena, el odio a Martinez de Hoz, los treinta mil desaparecidos, los asesinatos de la Patagonia, la historia sindical de mi abuelo materno cuando era peón en la violentísima década del treinta –mas allá de su posterior giro gorila- y recordar constantemente que las clases dominantes argentinas tienen como base de su fortuna el robo a los indios, a los gauchos y a los inmigrantes pobres.
TODO ESO era parte de un relato, EL RELATO DE LA CLASE TRABAJADORA Y DE LOS DESPOSEIDOS DEL MUNDO. Suena pomposo y demencial, sin embargo si lo comparo con la educación que recibe y recibía el común de la gente, eso era claramente diferente a lo establecido. Parafraseando a Rodolfo Walsh, no se cumplía eso de que la historia quedaba partida, sino que de alguna manera los hilos sociales se sostenían y recordaban de una manera bastante coherente. TODO el tiempo en mi casa se nos hacía un contrarelato de lo que aprendíamos. Como todo tiene un porqué y una razón traté de analizar ahora que soy grande y zonzo ¿De dónde venía toda esa data? Tuve la suerte de encontrar en diferentes momentos de mi vida, en mis amigos, en lugares de militancia en muchas de las cosas que pasaron en los últimos diez años de kirchnerismo mucho de esta tradición “obrera y liberadora” (mas allá de los evidentes matices, contrastes y discusiones).
Si me tengo que remontar al pasado probablemente haya que irse a los veinte y a los treinta, a los sindicatos anarquistas y sus organizaciones sociales. La biblioteca, las escuelas, las fiestas, la militancia hormiga frente a la patria -como llamó Lucas Carrasco- del “gaucho, el milico y el cura”. Los anarcos y socialistas (más allá de la abominable y derechista dirección de Juan B. Justo) sembraron la patria con estas instituciones. Los poderosos sindicatos por rama de industria de los socialistas y comunistas fueron el fruto de la organización –a pesar de criminales represiones- (estamos hablando de la CGT) fueron el exponente de la movilización popular. El editorial “Claridad” es aquello de lo que nos queda registro de esa tradición que circuló durante los treinta y fue lo que le abrió las puertas a la clase obrera para ser la más poderosa y organizada de América Latina como así también que esa clase se hiciera de un instrumento poderosísimo, como lo es el peronismo. Oscar Wilde, Benito Perez Galdós, Marx y Engels, Alberdi, Sarmiento (desde una mirada que trataba de tomar los elementos progresistas y no los deplorables como su racismo y cipayismo), los grupos de defensa de la República Española. De esa mezcolanza, de esa memoria, en esos “hilos de plata” florecen y perviven miles de luchas, reivindicaciones y conquistas. Sin ir mas lejos en pleno peronismo Discepolo en su personaje radial “Mordisquito” nos decía mostrando ese "consciente colectivo".
«Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de gobernar creando, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por la clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, porque pedía un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que los permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, del hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco”.
Esa memoria, ese recuerdo atávico a despecho de las clases dominantes, se mantiene. Ese relato de familia a familia, de militante a militante sobrevive y existe, se mueve con contradicciones a veces con mayor o menor eficacia. Cuando a la burguesía las cosas se le pone ásperas toman decisiones criminales y barren físicamente por medio del genocidio con los intentos liberadores. Sin embargo, algo siempre queda y como la flor que crece en el cemento casi inexplicablemente vuelve aparecer. La dignidad de la lucha del ser humano por su liberación parece no tener límite. Este chiste de la canción de la plusvalía hecha con Matías Aizenberg y Gustavo Ferrari trata de dar un tributo a esa tradición de los que después de años y años de explotación un día seremos dueños de todo. Los quiero mucho.
Fuente: http://datecuentavos.blogspot.com.ar
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