En la década del 80 comienza en la región un proceso de reinstauración de gobiernos democráticos. El pasado reciente, de la mano de gobiernos militares apoyados por los EE.UU., dejaba un saldo muy negativo: alto endeudamiento externo que condicionaba la autonomía democrática y violaciones sistemáticas de los derechos humanos y sociales.
En este contexto surgen en América Latina nuevos paradigmas que dejaban atrás las premisas del imperialismo cultural. Comienza así, una época de nuevos aportes y rupturas respecto a los desarrollos teóricos y a las investigaciones de campo realizadas hasta ese momento.
El español, residente en Colombia desde 1963, Jesús Martín Barbero (1937) publica en 1987 “De los medios a las mediaciones”, donde cuestiona el concepto de audiencias pasivas que redundan en sujetos sometidos gracias a la dominación ideológica que imponen los mass media y promueve mirar el otro lado del proceso de la comunicación, llamado recepción, conformado por las resistencias y las variadas formas de apropiación de los contenidos de los medios. La comunicación se hace así cuestión de cultura, que exige revisar todo ese proceso "massmediador" desde el lado de la recepción, del reconocimiento y la apropiación.
“(…) algunos comenzamos a sospechar de aquella imagen del proceso comunicacional en la que no cabían más figuras que las artimañas del dominador, en la que todo transcurría entre unos emisores dominantes y unos receptores dominados sin el menor indicio de seducción o resistencia, y en la que por la estructura del mensaje no atravesaban los conflictos ni las contradicciones y mucho menos las luchas. (…) todo lo que del modo en que las gentes producen el sentido de su vida, del modo en que se comunican y usan los medios, no cabía en el esquema”. [1]
En esta nueva etapa se pasa de la denuncia del contenido ideológico de los mensajes y la propiedad de los medios a poner el acento en la recepción y los usos que las audiencias hacen de los medios.
Para dar cuenta de esta trama de sentido Barbero utiliza el concepto “mediaciones”, que describe como las matrices culturales desde las que se reciben los mensajes de la industria cultural, pero también son las tramas con las que los mass media construyen sus mensajes e interpelan a las audiencias. En este proceso las culturas populares se reconocen, construyen su identidad y le dan sentido al mundo.
Como ejemplo de este dispositivo simbólico se menciona al éxito que las telenovelas tienen en Latinoamérica y el caribe. Barbero afirma que los sectores populares se reconocen en las experiencias narradas, donde encuentran reflejadas en parte su cotidianeidad, los valores familiares y sociales que les son propios, y donde se hacen presentes elementos temáticos como la memoria y la identidad.
Asimismo, en 1989 el argentino, residente en México a partir de un exilio político, Néstor García Canclini (1939) publica “Culturas Híbridas”, dando un nuevo impulso a este nuevo corpus teórico y metodológico de los estudios latinoamericanos en comunicación y cultura.
“Así como no funciona la oposición abrupta entre lo tradicional y lo moderno, tampoco lo culto, lo popular y lo masivo están donde nos habituamos a encontrarlos. Es necesario reconstruir esa división en tres pisos, esa concepción hojaldrada del mundo de la cultura, y averiguar si su hibridación puede leerse con las herramientas de las disciplinas que los estudian por separado. Necesitamos ciencias sociales nómadas, capaces de circular por las escaleras que comunican esos pisos”. [2]
En esta obra se describe a América Latina como un continente hecho de cruces y mestizajes y que sólo se podrá comprender su cultura dando cuenta de su carácter híbrido, donde lo tradicional y lo moderno, pero también lo culto, lo popular y lo masivo, se entrecruzan y se mezclan.
García Canclini afirma que es en la cultura donde los conflictos se hacen evidentes, ya que es el espacio donde las culturas subordinadas aceptan la dominación y las desigualdades; pero donde pueden elaborar estrategias de resistencia o negociación con la cultura hegemónica.
Al mezclar distintos bienes y símbolos culturales, las culturas subordinadas construyen su identidad, en las fronteras de lo tradicional y lo moderno, pero también de lo masivo, lo culto y lo popular.
El concepto “hibridación” marca un camino alternativo al que predomino en América Latina para entender los procesos comunicacionales y culturales.
El nuevo aporte conceptual afirma que lo moderno, que es vehiculizado por el sistema educativo, no sustituye completamente a lo tradicional, lo autóctono (ya sea indígena o criollo), así como tampoco lo masivo disuelve completamente lo popular o sustituye lo culto.
Por eso es necesario revisar las concepciones clásicas que explican el funcionamiento cultural, ya que en ese juego de préstamos recíprocos lo masivo, que atraviesa lo popular, no termina necesariamente subordinándolo, como tampoco lo popular o lo culto están incontaminados y resistiendo con éxito los embates de los mass media.
Referencias:
[1] De los medios a las mediaciones. Barbero, Jesús Martín. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. 1991.
[2] Culturas híbridas. García Canclini, Nestor. Editorial Grijalbo. México. 1989.
No hay comentarios:
Publicar un comentario