30/7/08

LA BRUJA, EL RELATO, LA AGENDA Y EL ROPERO

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El título de este post no responde a un capítulo mas de la saga de las Crónicas de Narnia, en realidad se relaciona a una actualidad rabiosa: se trata de la disputa, entre el sector político en ejercicio de la titularidad del Ejecutivo Nacional y gran parte del sistema de medios privados de la Argentina, por establecer la agenda de temas prioritarios para la opinión pública. Es común en los países que se organizan bajo un régimen democrático de mercado que la dependencia que se establece entre los medios de comunicación y el poder político sea muy importante, a pesar de las banderas libertarias que dichos medios flamean. La pauta de publicidad oficial (simple propaganda, lejos de la premisa constitucional de difusión de los actos de gobierno) y el uso de las diversas fuentes públicas de información son los elementos más notorios de la dependencia en cuestión. En los países que se organizan políticamente a partir del régimen de partido único el control informativo es férreo por parte del gobierno, ya que los medios son, en general, un apéndice mas de la estructura burocrática. Tenemos, también, una zona gris, donde podemos mencionar a las experiencias “populistas” de Latinoamérica, donde la disputa por la agenda es mas o menos controvertida: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Chile y en menor medida Brasil. El concepto de agenda remite a la teoría de la agenda setting effects que nació a comienzos de los '70 en los EEUU. El nacimiento de la hipótesis ocurre a partir de un estudio empírico acerca de la relación existente entre lo publicado por la prensa gráfica y las opiniones de los ciudadanos respecto a diversos temas de interés político en los períodos preelectorales. El establecimiento de la agenda muestra cómo los mass media tienen la capacidad de transferir los asuntos destacados en sus agendas de noticias hacia la agenda pública. De acuerdo a esta teoría, el establecimiento de agenda crea una relación causal entre el público y los medios de comunicación, es decir: los medios de comunicación nos proporcionan la causa (el contenido) y el público suministra el efecto (la opinión).
Estas son las hipótesis más importantes de la agenda setting:
-Los medios no le dicen a la gente cómo pensar, sino sobre qué temas hacerlo. Es decir, establece el repertorio de los asuntos, los argumentos, los problemas sobre los que habla la opinión pública. -Los medios establecen la jerarquía de importancia en que son dispuestos los temas. -Los medios retroalimentan esta jerarquización por su característica auto-referencial: la radio cita los titulares de los diarios matutinos y realiza entrevistas buscando repercusiones, la televisión en el marco de los noticieros nocturnos ofrece una síntesis del proceso.
Según esta visión, los medios de comunicación al seleccionar los temas de interés construyen representaciones de la realidad. Pero de hecho no todos los medios tienen la misma capacidad para instalar la agenda. Es decir, el mero hecho de publicar una noticia no implica que ésta se integrará a los temas de discusión del público. Enmarcada en la tradición funcionalista, la investigación llevada a cabo por la agenda setting mantiene las preferencias cuantitativas. En este caso, su preocupación es medir la capacidad de los distintos medios de instalar temas de interés. Además de las capacidades de cada medio, estas investigaciones demuestran que la capacidad para instalar una agenda temática varían según:
-Los temas: hay temas más fáciles de instalar que otros. -Las audiencias: las personas que tienen una experiencia directa sobre el tema en cuestión son menos influenciables. -La relevancia política y social del tema. -La credibilidad del medio, su impacto cuantitativo, sus fuentes de información y el contexto social.
Por eso los investigadores miden el nivel de profundidad en el que se instala cada tema. No es lo mismo que la audiencia conozca sólo superficialmente “los títulos” de un tema, que conozca sus causas, los intereses en juego y que se posicione al respecto. En los últimos años, la teoría ha evolucionado: si bien es cierto que hay una transmisión de temas u objetos, éstos tienen numerosos atributos; aquellas características que completan el cuadro que cada tema tiene en los individuos. A la vez, así como hay temas más relevantes, también hay atributos con mayor jerarquía. Cuando los mass media describen un acontecimiento, dan más importancia a ciertos atributos que a otros o mencionan algunos con más o menos frecuencia. Precisamente, en eso se basa el segundo nivel de la agenda setting: en la transmisión de esos atributos con jerarquía desde los medios de comunicación hacia la agenda pública. Las implicancias de este segundo nivel se revelan en la posibilidad de que los medios no sólo determinen sobre qué temas pensar, sino también qué y cómo pensar respecto a esos temas. Parecen lógicos, ante esta perspectiva, los esfuerzos de la Presidenta Cristina Fernandez por abordar el tema del “relato” en cuanto acto político la tenga como protagonista. En este caso “relato” no coincide con la definición de genero literario (ficción o cuento), se refiere, mas bien, a una construcción de sentido a partir de datos de la realidad. La protesta ante la construcción de la realidad a partir del relato de los mass media hizo aparición en el discurso de la presidenta a partir del conflicto con las entidades representativas de la producción agropecuaria. Un acuerdo tácito se rompió al despuntar la puja, y a los medios que desde hace rato enfrentaban al gobierno por la discrecionalidad en la distribución de la pauta de publicidad oficial se le sumaron otros que tomaron clara postura por el “campo”. El conflicto, expresado materialmente en los cortes de ruta, las marchas, carpas, discursos y declaraciones varias, ganaba también un plano simbólico: la disputa por quien fijaba la agenda, tema no menor, aparentemente, a partir de lo encarnizado del duelo discursivo en el cual ambas partes se trenzaron. Desde la tribuna o el atril el poder político interpela a la ciudadanía, mientras que los “generales mediáticos” proponen un tejido semántico fabricado a partir del discurso hegemónico con el cual editorializan desde los títulos o las imágenes: el “campo” son ciudadanos pacíficos y librepensadores que se movilizan contra el autoritarismo del gobierno, mientras que los manifestantes oficialistas son movilizados a la fuerza o por la promesa de alguna prebenda. La amenaza de elevar al Congreso Nacional el proyecto de una nueva Ley de Radiodifusión pareció ser el as en la manga del gobierno, pero el enemigo es tan grande que cantar victoria antes de tiempo no parece recomendable. Usted lect@r, aburrido supongo a esta altura del post, se preguntará por el ropero... no cansa un poco esa mirada discriminadora de los cronistas respecto al vestuario y el peinado de la Presidenta de la Nación. ¿Por qué no se ocupan con tanto esmero del ropero y el estilista del resto de los funcionarios de todos los niveles?


1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias,por brindarem otra mirada sobre el periodismo y los medios de comunicaciòn, por mi parte no soy de leer mucho los diarios y me quedo con lo primero que veo.


Saludos


Soledad Davico

Carrera: Martillero y corredor publico (u.n.l.z), primer año.Zarate